A PLENO PULMÓN
Empresas y políticas

A PLENO PULMÓN<BR>Empresas y políticas

“Las empresas políticas” es el título del famoso libro de Saavedra Fajardo, diplomático murciano del siglo XVII.  Esta obra apareció en Munich en 1640. Pretende ser guía de acción para un “príncipe político cristiano”.  En los días que corren distinguimos claramente entre políticos y empresarios.  A  menudo ambos grupos aparecen enfrentados; y en lugar de colaborar, prefieren “apalearse”.  Muchos políticos estiman que a los empresarios sólo les interesa ganar dinero; los empresarios opinan que los políticos no producen riqueza; pueden, eso sí, establecer impuestos, componer estadísticas de la economía o malversar fondos del erario.  A veces, algunos políticos son más voraces que los empresarios. 

Es obvio que existen empresas deportivas, empresas de negocios y, también, empresas políticas.  Duarte realizó una extraordinaria empresa al crear la República Dominicana.  El vocablo “empresa” puede usarse de muchos modos.  En cuanto al amor al dinero, parece que esta “pasión práctica” afecta por igual a artistas, políticos, comerciantes, escritores.  Hace poco tiempo dediqué una nota al tema de las “frases hechas” que solemos usar como “sustitutos cómodos” del pensamiento efectivo.  Varios  de estos “comodines expresivos” aluden al poder incuestionable de “la oligarquía empresarial”.

El fenómeno nuevo es el poder de los políticos sobre los empresarios.  Algunos políticos de hoy no necesitan empresarios que financien sus campañas de proselitismo.  En cambio, un gran número de empresarios necesita de los políticos para que no naufraguen sus negocios.  El poder de decisión en las obras públicas, el manejo de grandes presupuestos, el control de las cámaras legislativas, permite a los políticos el dominio del escenario económico.  Este es un asunto pertinente, pues en Cuba el empresariado fue “suprimido”; en China, el empresariado ha sido “resucitado”, en ambos casos por decisión de los políticos.

 Sin duda, al cuerpo de conocimientos desarrollado por Adam Smith, David Ricardo, Carlos Marx, John Maynard Keynes, debe llamársele  “economía política”.  No hay  modo de desligar la economía de la política, puesto que trabajo, producción, consumo, son problemas colectivos.  La moneda es común, aunque en cada bolsillo haya una cantidad diferente de billetes.  No debería olvidarse nunca que las colectividades se componen de individuos.  Las granjas pueden ser colectivas; pero cada trabajador es un individuo.  Eso lo descubrió Deng Xioping.

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