A PLENO PULMÓN
En tiempos difíciles

A PLENO PULMÓN<BR>En tiempos difíciles

En la ciudad de Princeton vivió durante largo tiempo el poeta cubano Heberto Padilla.  Publicaba allí una revista cultural: “Linden Lane Magazine”, con ayuda de su mujer, la poetisa Belkis Cuza Malé.  Fui colaborador de esa publicación.  Durante un viaje a EUA, Padilla nos invitó –a mi esposa y a mí- a almorzar en su casa.   Después de comer los platos preparados por Belkis y verla alimentar sus numerosos gatos, hicimos una larguísima sobremesa.  Heberto nos contó muchas de sus aventuras en Moscú, Praga, Budapest, La Habana.  Temas recurrentes fueron: los poetas, la política, el despotismo.

 Heberto logró salir de Cuba tras variadas gestiones de intelectuales extranjeros y un escandaloso proceso político.  Los castristas de la isla no lo querían; tampoco los anticastristas de Miami.  Unos y otros le dieron la espalda.   “Comunista arrepentido”, “miserable gusano”, “poeta contrarrevolucionario”, eran algunos de los motes con que se referían a él.   No cabía en ningún lugar donde hubiese cubanos enfrentados por ideas políticas.  De ello resultó un severo e irreversible daño psíquico para Padilla.   Su salida de Cuba, con el “auspicio remolón” de García Márquez, la cuenta el propio poeta en “La mala memoria”.

 Padilla fue detenido en marzo de 1971; también su esposa Belkis.    Entre los escritores que pidieron su libertad estaban: Alberto Moravia, Jean Paul Sartre, Octavio Paz, Mario Vargas Llosa.  El caso Padilla marca una raya en el entusiasmo de los intelectuales frente a la revolución cubana.  Tal vez poca gente sepa que Padilla hablaba francés, inglés, alemán, ruso, italiano.  Pudo ganarse la vida en EEUU como profesor de inglés, comentarista radial, traductor. 

Treinta y tres versos fueron suficientes para desatar el furor del gobierno de Fidel Castro.  En el libro “Fuera del juego” aparece un poema titulado: “En tiempos difíciles”.  “A aquel hombre le pidieron su tiempo/ para que lo juntara al tiempo de la historia./ Le pidieron las manos,/ porque para una época difícil/ nada hay mejor que un par de buenas manos./ […] Le explicaron después/ que toda esa donación resultaría inútil/ sin entregar la lengua,/ porque en tiempos difíciles/ nada es tan útil para atajar el odio o la mentira”/.  Debía entregar tiempo, manos, lengua; todo lo exigía la revolución.

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