A PLENO PULMÓN
Entre el dólar y Mao

<STRONG>A PLENO PULMÓN<BR></STRONG>Entre el dólar y Mao

“La luna no siempre es redonda, las plantas no siempre florecen y los hombres no siempre se entienden”, reza un viejo proverbio chino.  No debe extrañar que el señor Li Dong, representante comercial de la República Popular China, exprese discrepancia con los términos de mi  artículo “Nuevo imperio económico”, publicado el pasado jueves 24.  Además, lo hace como parte de los deberes “que tocan” a un funcionario gubernamental.  Siguiendo admirables costumbres chinas, escribe su nota al director con prudencia política, sagacidad, cortesía diplomática.  Los periodistas que opinan diariamente no deben molestarse cuando surge un “disentidor”.

El derecho de réplica nos asiste a todos; y debe ser ejercido, para provecho de los lectores y reforzamiento de la democracia política.  En primer lugar, deseo aclarar que “Chimérica” es un vocablo “compuesto” que emplea el historiador británico Niall Ferguson en su libro “The Ascent of Money”.  Ferguson es profesor en Harvard University; también “Senior Research Fellow” en Oxford University.  Anoto estos datos porque el señor Li Dong reclama, al final de su carta al periódico, “reflexión más seria y responsable en la investigación académica”.  El libro de Ferguson, una historia financiera del mundo, fue publicado por The Penguin Press en 2008.  Es su octava obra acerca de historia y finanzas.

Como dice el representante chino, tuve el placer de visitar China en 2006; y oportunidad de navegar cinco días por el río Yang-Tse-Kiang para conocer una gigantesca obra de ingeniería: la Presa de las Tres Gargantas.  Nadie duda del progreso extraordinario de China bajo el régimen político que gobierna desde 1949.  China es hoy una gran potencia económica.  La incorporación de los chinos al consumo se siente en todo el mundo.  El balance internacional de pagos es favorable a China, tanto en RD como en EUA.

En China pude conocer algunas cosas, quizás con mayor precisión que Marco Polo, gracias a guías chinos que me acompañaron; una de ellas, un antiquísimo refrán sobre el egoísmo: “el codo se dobla hacia adentro”; otra, la opinión de Xu Youyu, de la Academia China de Ciencias Sociales: “las condiciones internas que dieron lugar a la Revolución Cultural no pueden cambiarse y no pueden criticarse”.  Pagué gozosamente todos mis gastos de viaje.

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