A PLENO PULMÓN
Escala de valores

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Winston Churchill y Aneurin Bevan, estadistas ingleses, el uno conservador y el otro laborista, solían intercambiar insultos políticos.  En una ocasión Bevan dijo de Churchill: “No habla el lenguaje del siglo XX, sino del XVII… su única respuesta a una situación difícil es enviar una lancha cañonera”.  Churchill no se quedaba atrás en la agresión ideológica: “Es una idea socialista que tener beneficios es un vicio.  Yo considero que el vicio real es tener pérdidas”.  A veces el sarcasmo aristocrático de Churchill tocaba asuntos personales: “Bevan es un hombre modesto con razones para serlo”.

Y este es un punto básico que deberíamos tomar en cuenta a la hora de valorar algo. ¿Tenemos motivos o razones para apreciar el conjunto de nuestros políticos?  Dejando a un lado la acidez del comentario de Churchill sobre Bevan, preguntemos: ¿Los estudiantes dominicanos tienen razones para apreciar y respetar a sus maestros?  No dudo que haya maestros dignos del aprecio de sus alumnos; los hay; conozco algunos de extraordinario valor, dotados de múltiples saberes, grandes capacidades didácticas, comprometidos realmente con la misión de enseñar.  ¿Son los más? ¿Constituyen excepciones? 

 Muchos jóvenes desean, abierta o secretamente, encontrar “modelos de conducta”, ejemplos que les inciten a la acción constructiva: en las artes, en los deportes, en las profesiones, en los negocios, en funciones públicas.  No los encuentran; o los “identifican” con mucha dificultad.  Al hacer su balance general, el joven dice: este es un farsante, aquel es un ladrón, el de más allá consume barbitúricos, el otro es una vergüenza para sus padres,  para su partido o para su comunidad.  ¿En quién puedo confiar? ¿Hacia dónde debo mirar para seguir un derrotero definido?

 En cambio, topan todos los días, en la calle y en los periódicos, con personajes que representan “el éxito postmoderno”.  Rolando Florián, Figueroa Agosto, Sobeída Félix, son famosos, “gozan que se acabó”, poseen yipetas y montones de dólares.  Centenares de personas les sirven o les protegen.  Los jóvenes no están descaminados en su “falta de respeto”.  Un gran número de los adultos que les rodean no merece ningún respeto.  Por eso les cuesta trabajo construir una tabla de estimaciones consistente: la escala doble de valores vitales… ideales y prácticos.

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