El pasado fin de semana entré en una farmacia a pagar mis cuentas de teléfonos; había una larga cola de personas que deseaban jugar seis números del loto. Los que llegaban a pagar sus teléfonos debían esperar a que atendieran a los jugadores. Uno de ellos me dijo: juegue su loto; quizás mañana amanezca rico; es cuestión de suerte. ¿Hay algunos números especiales que tengan más suerte que los otros? contesté. Sí, claro; el número de la placa del carro en que mataron a Trujillo: 1823, más el año 59 o el año 60. Esos números no fallan.
Recordé entonces la conversación de un personaje de Ubres de novelastra, mientras viajaba de La Habana a Camagüey. En estas islas del Caribe la suerte lo determina todo: el amor, la política, el bienestar económico, la salud. No pasa un sólo día [ ] sin que alguien me hable de la suerte. Subo a este autobús y tú aseguras que la suerte me aguarda al término de la carretera. La casualidad llegará a ser, cuando pase el tiempo suficiente, una divinidad antillana. En Praga escuché a un estudiante que mencionó la isla de Martinica, una de las Antillas menores. La emperatriz Josefina nació en esa isla pequeña; su primer marido murió en la guillotina; Napoleón la tomó por esposa, adoptó a su hijo Eugenio y le hizo virrey de Italia. ¿No es obra de mucha suerte nacer en la Martinica y reinar en toda Europa?
Los políticos invocan la suerte y el destino porque siempre están bailando en la cuerda floja. Las islas de las Antillas son españolas, francesas, inglesas, holandesas, norteamericanas; han girado en una ruleta imperial. A veces la suerte llegaba a bordo de flotas armadas. Jamaica empezó española y acabó siendo inglesa; Cuba fue española y norteamericana; la isla de Santo Domingo quedó partida en dos: una parte española, otra francesa. Puerto Rico es en la actualidad una isla bilingüe: cultura española y hábitos norteamericanos.
¿Por qué esos números no fallan? pregunté a mi compañero de cola.
Porque la muerte de Trujillo, un hecho histórico tremendo, se incubó en 1959 y ocurrió en 1961. Todo eso permanece flotando en el aire y entra al globo.