A PLENO PULMÓN
Escultores y piedras

<STRONG>A PLENO PULMÓN<BR></STRONG>Escultores y piedras

Es el escultor quien da forma a la piedra.  Como es obvio, lo hace a golpes de martillo y cincel.  Sea en mármol, basalto o piedra arenisca, el escultor transforma la materia bruta en obra de arte.  Las figuras que emergen de un bloque trabajado por Miguel Ángel o Augusto Rodín – lo mismo un artista del Renacimiento que uno contemporáneo – no pertenecen al “reino del mineral”.  Son “resultados” de la voluntad estética de esos dos grandes artistas.  Ellos han actuado sobre la piedra de un modo radicalmente distinto de cómo lo hace el agua o el viento, la simple “erosión de los elementos”.  El escultor imprime un “programa integral” en un trozo de mármol; su esfuerzo doblega a la piedra y le impone su ley.  De no existir escultores todas las piedras serían cantos rodados o inertes estratos geológicos; por el hecho de haberlos, algunos pedregones se levantan frente a nosotros, llenos de humanidad, convertidos en poesía tridimensional. 

 Las piedras de cualquier clase, los recursos de la naturaleza en conjunto, son “materias primas” para construir calzadas, puentes, casas, ciudades, catedrales.  Han de entrar al servicio de unas ideas, unos propósitos, bajo el imperio de unas voluntades que modifican lo dado, lo impuesto por las circunstancias.  El hombre siempre está metido en una batalla contra “las circunstancias”.  El contorno ofrece el peligro y la salvación, el objeto que mata y el que libera.

 Ortega ha descrito maravillosamente esta faceta de la vida humana al hacer el examen de las diversas formas de cacería.  Los objetos que nos rodean no son lo que son, de una  vez y para siempre; son esto o aquello en virtud de cada situación, frente a cada problema particular.  Un árbol puede ser un cadalso si una multitud cuelga de él a un delincuente o un tirano.  Ese mismo árbol podría ser refugio si nos persigue un toro bravo.  La piedra con que tropezamos puede ser un arma arrojadiza que aleje el peligro de las fieras.

 Un estadista hace con la sociedad lo que un escultor con la piedra.  Hay naciones pobres y naciones ricas; sociedades con mucha o poca educación.  Esas realidades económicas, sociales, son el marco donde opera el estadista.  (Reproducido, TVcableguía, octubre/2012).

Publicaciones Relacionadas

Más leídas