A PLENO PULMÓN
Espiando a los vecinos

<STRONG>A PLENO PULMÓN<BR></STRONG>Espiando a los vecinos

No me refiero, por supuesto, a los vecinos de mi casa; no propongo el fisgoneo, ni como práctica, ni como doctrina.  Quiero decir, simplemente, que miro de soslayo a mis compañeros, colaboradores de la página dos de este diario.  Ellos son vecinos próximos o contiguos a la columna  “A pleno pulmón”, que escribo diariamente.  La caricatura “Eloy en el Hoy”, por ejemplo, me toca por un costado, lo mismo que “Déjame ver tus fotos” y el reporte del estado del tiempo.  Claudio Acosta y las efemérides representan los vecinos “de la esquina opuesta”.  Cada una de estas secciones del periódico nos lanza hacia un trozo determinado de la realidad.

Un anfiteatro de Salcedo tiene forma y colores de mariposa.  Lo he sabido por la fotografía publicada el 24 de abril, aniversario del levantamiento popular al que siguió la intervención norteamericana en 1965.  Recibí anteayer el obsequio del libro de doña Dedé Mirabal, titulado “Vivas en su jardín”.  La foto y el libro trajeron a mi cabeza los recuerdos de la época del asesinato de las hermanas Mirabal, crimen que precipitó la caída del régimen de Trujillo.

Jóvenes entonces, no teníamos ideas claras acerca de la política; no distinguíamos los buenos deseos de las “irreductibles” necesidades del poder.   Por lo menos, no hacía yo distinciones de ninguna clase.  Como en tantos otros muchachos, las emociones y no las reflexiones, dirigían mis actos.  Este crimen espantoso mostró de golpe una brutalidad que no esperábamos.   En nuestro vecindario de la ciudad colonial conocíamos a María Teresa Mirabal, joven y hermosa estudiante; llevaba una larguísima trenza que pendulaba al andar por toda su espalda.  La noticia de su muerte fue un garrotazo trágico.

Ya habíamos salido de los tiempos en que los niños cazaban mariposas durante “las fiestas de San Juan”.  Al concluir la edad de jugar con bolas y trompos, entramos en la “edad del cigarrillo colgante”, a la manera de Humphrey Bogart.  De esta nueva etapa de la vida nos sacó la ola de prisiones, torturas, crímenes, remate de la “era de Trujillo”.  Viendo el anfiteatro en forma de mariposa, evoqué con tristeza lo “contrario”: la Concha Acústica donde Trujillo celebraba con discursos su despiadada política.

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