A PLENO PULMÓN
Estilo rompe y raja

A PLENO PULMÓN<BR>Estilo rompe y raja

En nuestro país hay muchos asuntos que se manejan con el “estilo rompe y raja”.  En el campo económico de la competencia por controlar un mercado se entiende que puedan emplearse métodos de “rompe y raja”.  No siempre son justificables estas actitudes desaforadas, pero sí son explicables.  En el ámbito administrativo, el sistema de “rompe y raja” ha sido culpable de numerosos desmanes.  En México, el expedito procedimiento de “romper y rajar” fue adoptado por los capos de los cárteles de drogas.  Los delincuentes mantienen a ese país por debajo del nivel de calidad de sus habitantes.  Lo mismo que ocurría en Colombia durante el predominio de Pablo Escobar Gaviria.

Conozco algunas ciudades de Colombia y un buen número de colombianos.  Ninguno de ellos merece la mala fama que cayó sobre toda su comunidad por culpa de los traficantes de drogas.  Felizmente, aquella situación no es la de los colombianos de hoy.  En Santo Domingo, como está visto, cualquiera puede contratar a un sicario para que mate a un enemigo, a un pariente para heredar sus bienes, a una mujer “indiferente” o “ingrata”.  Es posible acordar una muerte mediante pagos a plazos.  Sicarios en competencia ofrecen facilidades de pagos para “asesinatos callejeros”.  Últimamente han ocurrido crímenes por “envidias académicas”; entre profesores y entre estudiantes.

 En los debates políticos es cada vez más frecuente el “estilo rompe y raja”.  Los insultos y amenazas que intercambian los dirigentes de los partidos son espantosos.  Nos hemos acostumbrado a las descalificaciones y a improperios desmesurados.  Hasta el punto de que nuestra “añeja democracia imperfecta” está sufriendo erosiones peligrosas.  Ojalá que la preferencia por romper y rajar no conduzca al retroceso social e institucional.  Desechamos rápidamente las normas legales ante el menor obstáculo; también las reglas de “urbanidad y buenas maneras”.  

Deberíamos embarcarnos en una campaña seria de educación ciudadana: en las calles, en las aulas, de casa en casa; y a través de radio, prensa, TV.  La cohesión social disminuye dramáticamente cuando usted percibe que asiste a un “torneo de saltacocotes”.  Nadie está dispuesto a “dejarse arrollar” por los partidarios del rompe y raja.  –“Yo también tendré que comportarme como un saltacocotes”.  O participar en una intensa campaña cívica.

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