A PLENO PULMÓN
Familias multicolores

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 Arthur J. Burks fue un segundo teniente del Cuerpo de Infantes de Marina de los Estados Unidos.  Estuvo en Santo Domingo en 1922, durante la ocupación militar de nuestro país por tropas norteamericanas.  En 1932 publicó en Nueva York un libro donde narra sus peripecias en la República Dominicana: “Land of checkerboard families”.  El libro fue traducido al español por el sacerdote jesuita Gustavo Amigó y publicado por la Sociedad Dominicana de Bibliófilos, Inc. con el título de “El país de las familias multicolores”.  Apareció en 1990 y lleva un prólogo del licenciado José del Castillo bajo el rótulo: “Aventuras de un marine en el país de los cuarterones”.

Arthur J. Burks viajó a la China en 1927; también a la selva amazónica, donde se dedicó a herborizar ciertas plantas para investigaciones acerca del cáncer; escribió libretos para cine, cuentos costumbristas, obras de ficción.  Murió en 1974 a la edad de 76 años.  Este hombre pudo conocer a una mulata llamada Marina, madre de cuatro hijos.  Dice Burks: “Eché una mirada a los cuatro hijos y abrí la boca de asombro.  Uno era negro, otro era blanco, otro era jabado, otro era mulato.  Ninguno se parecía al padre”.  Uno era hijo de dominicano, otro de español; el jabado era hijo del jefe de la policía de Baní: el negro, de un haitiano.

 Todo esto viene a cuento porque los dominicanos tenemos en nuestra propia familia un “arcoiris racial”.  Nadie pelea contra su familia; debe convivir con todos sus miembros, por encima y a pesar de los prejuicios raciales que heredamos de los europeos colonizadores y de los africanos esclavizados.  En Santo Domingo no es posible una guerra de negros contra mulatos, como ha ocurrido varias veces en la vecina República de Haití.  El libro de Burks es interesante por diversos “motivos sociográficos”, que trataremos en otra oportunidad.  Ahora me interesa destacar el aprecio general de los dominicanos por las “atractivas hembras mulatas” que, dicho sea de paso, también gustaron al “marine aventurero”.  Debo añadir que mulatos fueron la mayor parte de los próceres de nuestra historia social.  Estamos orgullosos de la mulata Salomé Ureña, del mulato Pedro Henríquez; y del poeta mulato llamado Pedro Mir.

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