A PLENO PULMÓN
Fermentos colectivos

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Peter  Sloterdijk escribió en 1983 un libro titulado “Critica de la razón cínica”.  Existe una versión española publicada por Editorial Siruela en 2003.  En este escrito el autor expone “el cinismo difuso” que estraga a las sociedades contemporáneas.  Los comentadores de Sloterdijk coinciden en que vivimos en medio de una “negatividad madura” que podría, quizás,  provocar “ironía y compasión” pero nos precipita en “la desesperanza”.  Como es obvio, se trata de un examen de las sociedades europeas postmodernas.  El titulo beneficia de los antecedentes kantianos: “Critica de la razón pura”, “Critica de la razón practica”; pero su tema central es inabordable con métodos de pensamiento estrictamente kantianos. 

Los esfuerzos racionales de “la ilustración” por “domesticar” al hombre –con la participación del Estado–, van a parar a la “disolución del humanismo”.  Cada hombre de nuestra época aspira a convertirse en una isla separada de los demás.  Vive “como el usuario terminal de si mismo y de sus oportunidades”.  Lo mismo si atañe a la sexualidad que a la economía o a la política. Cada individuo pretende ser centro  de la creación, principio y término del placer, de la riqueza, del poder público.  Las masas de hoy, desinhibidas por las drogas, la publicidad, la demagogia, no aceptan reglas, normas, limitaciones.

Según Sloterdijk, la filosofía aparece en Grecia cuando los “magos extáticos” fueron sustituidos por retóricos, oradores, políticos, quienes practicaban una “magia civil” urbana.  La filosofía es “forma procesal de la sobriedad”, del apartamiento de la embriaguez.  Una huida de la adicción a drogas rituales.  Este alemán, nacido en 1947, suele irritar a los editores con sus “ideas atrevidas”.  Sobre defensa nacional “ante la globalización” ha declarado a una periodista española: “No se puede comparar el nacionalismo del siglo XIX con el del año 2000.  El problema vasco no tiene nada que ver con el nacionalismo[…] es un problema de provincialidad tribal”.

Filosofía, sociología, política, no son sus únicos intereses intelectuales.  Le interesa el sexo, el amor, los problemas de la familia.  Hablaba de “erótica del mercado libre” antes de que hubiese en Internet anuncios clasificados de órganos sexuales.  También la poesía; afirma  que “los poetas son mecenas de sus idiomas; enriquecen a todos cuantos los leen”.

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