A PLENO PULMÓN
Forcejeos electorales

A PLENO PULMÓN<BR>Forcejeos electorales

A medida que avanza la campaña electoral se va sintiendo crecer la presión de los activistas políticos sobre la comunidad.  La propaganda y la manipulación interesada lo invaden todo: carreteras, programas de radio, periódicos, parques y cafeterías.  Las calles se han llenado de atronadores aparatos de sonido con carteles de los candidatos.  Cuando se apaga el ruido al alejarse el vehículo que lleva las bocinas, los ciudadanos preguntan: ¿Qué desean de nosotros los promotores –artífices de las campañas?  ¿Ensordecernos? ¿Persuadirnos acústicamente de que el camino del silencio pasa por las urnas? Estos “inconvenientes” temporales son muy desagradables; pero nada es más inconveniente y desagradable que una “dictadura unipersonal”.

Democracia es mejor que despotismo; de eso no hay dudas; y la democracia requiere elecciones periódicas.  Pero mientras “cursan” las campañas no hay paz y todo parece una guerra de guerrillas.  Insultos, denuncias, acusaciones, argumentos “especiosos”, gramática parda, caen como una lluvia acida que impregna la sociedad.  La campaña electoral es un trastorno atmosférico de alto rango. Las diferencias de opinión siempre producen los mismos efectos bélicos.  En el capitulo 10 del Evangelio según San Mateo podemos leer: “no he “venido a traer paz, sino lucha.  He venido a poner al hombre contra su padre, a la hija contra su madre…”. El versículo 36 concluye: “de modo que los enemigos de cada cual serán sus propios parientes”.

¿Si esa división entre los antiguos judíos ocurrió por motivos religiosos, cuanto más feroz puede ocurrir hoy por intereses políticos o de dominación?  No estoy en condiciones de discutir textos bíblicos, pues no soy experto en escripturística, no conozco el hebreo ni el griego; ni siquiera he estudiado aquellos escritores clásicos que discutieron si el Evangelio de San Mateo se escribió en arameo y luego fue traducido al griego.  Por tanto, no sabría decir con exactitud cuales palabras empleó San Mateo que pudieran ser traducidas fielmente como “paz’ y “lucha” o “paz” y “espada”.

La guerra de encuestas, la violencia verbal, la competencia por atraer tránsfugas de un partido a otro, son indicios claros de que los problemas han ido hinchándose. El forcejeo electoral no debería traspasar ciertos límites institucionales; de lo contrario pondríamos en peligro nuestra frágil democracia política.

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