A PLENO PULMÓN
Fuelle  de bandoneón

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Claro está que se puede “enriquecer a los ricos y empobrecer a los pobres”.  Es lo que hacen a veces los gobiernos con ciertas medidas económicas tomadas “a la ligera”.  Pero la clase media es como una cisterna a la que van a parar los ricos que se empobrecen y los pobres que se enriquecen.  Muchos jóvenes estudiantes de mi generación preguntaban: ¿por qué tiene que haber ricos y clase media? ¿No sería mejor acabar con esas desigualdades sociales?  Los viejos reformadores socialistas creían que era posible enriquecer a todo el mundo al mismo tiempo. Después descubrían que no había tanto que repartir, que la economía existente no podía albergar a todos.

 Junto con las injusticias en la distribución de la riqueza, que intentaban corregir, toparon con que toda la riqueza disponible no era suficiente para dar trabajo, comida, educación, alojamiento y salubridad a la población completa.   Para no empobrecer  la totalidad de los habitantes, encontraron preferible que cada campesino conservara las gallinas y se comiera los huevos.  Tras la revolución bolchevique de 1917, decretado ya el Estado socialista, se estableció la NEP, la Nueva Política Económica, una suerte de aplazamiento de la socialización. Terminada la guerra civil subsiguiente, y muerto Lenin, Stalin comenzó  la socialización de la economía en 1928. Murieron seis millones de personas.

 En muchos países del mundo la planificación central de la economía acarreó empobrecimiento general.  Los chinos vivieron experiencias diferentes  de las que tuvieron lugar en la URSS.  Ambos experimentos pueden ser aleccionadores; tanto desde el punto de vista económico como desde el ángulo social.  Todas las sociedades crean “clases”. Las clases no son exclusivas de los regímenes económicos capitalistas.  La “producción” requiere gerentes; y la “productividad” interés de los actores, sea este personal o de grupo.

El crecimiento económico es lento en la mayoría de los casos.  Los problemas sociales son siempre más “complejos” que los procesos judiciales de narcotraficantes.  Las familias pueden preparar cenas de Navidad cada año, pero las sociedades no pueden hacer revoluciones todos los años.  La clase media, ciertamente, vive mejor que los pobres y peor que los ricos.  Esas tres injusticias permiten que la sociedad funcione como un fuelle de bandoneón… con teclado anexo.

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