Hace unos cuantos meses pregunté a José Israel Cuello: ¿Cuál es la diferencia entre un comelucha, un cogelucha y un luchista? Estas expresiones estuvieron de moda en el mundo político de hace dos décadas. Un comelucha es aquel que aprovecha las luchas y trabajos de otro en beneficio propio; un cogelucha es un insensato que afana sin tregua por asuntos que no valen la pena; un luchista es un combatiente enfermizo que pelea en todo momento, aunque no haya necesidad de hacerlo. Ayer, en la última página del diario El País, vi un titular que decía: somos muy luchones y entrones.
Por curiosidad empecé a leer el escrito. ¿Qué será eso? ¿Luchones y entrones? Se trataba de una entrevista a Karen Yarza, una señora mexicana quien dirige la Fundación Comunitaria de la Frontera Norte. Ella vive en Ciudad Juárez, población donde las balaceras entre delincuentes producen muchos muertos todos los días. Enseguida cambió el sentido de mi interés. Pasé de las palabras a los hechos, del significado de un vocablo a la terrible realidad de vivir y morir bajo el imperio del hampa. Ciudad Juárez es, ciertamente, un extremo; pero la inseguridad abarca hoy medio mundo. La República Dominicana, obviamente, está incluida.
Me conmovió saber que los proyectos de la señora Yarza han involucrado 1,500 voluntarios y beneficiado 60,000 personas. La periodista Clara Blanchar preguntó: ¿Voluntarios en el caos? Entonces la entrevistada contestó: somos muy luchones y entrones. Entran a luchar con un toro que todas las semanas deja en el ruedo dos docenas de personas muertas. Me apenó saber que sus hijos sólo salen de la casa para ir a la escuela. Dice: hacemos esfuerzos para que los niños no estén expuestos a las noticias. Unos pocos luchones tienen andando la Fundación.
Karen Yarza admite que brega con un dragón de mil cabezas. Si, cuando uno cree que no se puede poner peor, se pone, y no sólo es el narco, es la falta de infraestructuras, de recursos públicos . En el principio era la palabra, y la palabra estaba ante Dios, y la palabra era Dios, afirma el primer versículo del Evangelio según San Juan. En la RD pronto necesitaremos palabras fe-hacientes y gente luchona.