A PLENO PULMÓN
Gen de la terquedad (2)

<STRONG>A PLENO PULMÓN<BR></STRONG>Gen de la terquedad (2)

En un breve libro que publiqué en 2002 hago la relación o “inventario” de los miembros de una familia famosa por su terquedad.  Los Pérez  Albayalde “pasaron la vida” en aldeas de la provincia de Azua.  Los varones se distinguieron por un empecinamiento sin medida, próximo a la insensatez, al desequilibrio mental.  Eustaquio Pérez “se enojó un día con un burro que se negaba a caminar.  Cegado por el furor, mordió al burro en una oreja y quedó muerto sobre la bestia a consecuencia de un paro cardíaco”.  Personas que asistieron al velatorio aseguran que tenia la boca llena de pelos.

 Etanislao Pérez, hermano de Eustaquio, residente en el paraje de Brocado, “sufrió un golpe en el dedo mayor del pie izquierdo.  Como es de rigor, se “lastimaba” con frecuencia.  A los tres días de haberse golpeado el dedo pronosticó: la próxima vez que tropiece me corto el dedo de un tajo.  La gente rió de la ocurrencia.   Pero esa noche Etanislao tropezó con una mecedora; sacó el machete y el dedo voló como un retoño de plátano.  Hubo que llevarlo a otro pueblo a que un cirujano contuviera la hemorragia y le sacara un colgajo de piel para cubrir el muñón”.

En el libro “Disparatario” aparecen testimonios de algunos lugareños que “todavía recuerdan la depresión del zapato que usaba Etanislao, producida por la falta de su dedo mayor.  Vivió noventa y seis años y engendró veinte hijos.  Murió con todos sus dientes”, añadían.  Los Pérez Albayalde “son gentes tercas y voluntariosas”, era opinión general.  ¿Por qué manifestaban tanta vehemencia?  ¿Bebían ellos alguna infusión estimulante?

Una prima de Eustaquio “conoció a un joven dependiente en una tienda.  Un momento después de las presentaciones, Gerónima le clavó los ojos al muchacho, lo agarró por el cinturón y le dijo, respirándole en la cara: “yo no me muero sin acostarme contigo”.  Las cejas las tenía erizadas.  El muchacho no dijo palabra.  Se quedó tieso de la sorpresa.  Gerónima salió del establecimiento a las cuatro de la tarde. A las seis volvió, en una carreta, cuando el joven se disponía a cerrar.  Entró.  Venía completamente desnuda bajo una frazada que tiró al piso tan pronto cerró la puerta”.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas