Dentro del lenguaje propio de los dominicanos hay idiotismos, improperios y vulgaridades, como es de rigor. Existen en todo idioma conocido. Pero también empleamos palabras de una expresividad contundente, que se transmite en cada sílaba del vocablo, como si fuese una pieza musical preparada por un publicista. En Santo Domingo padecemos enfermedades que no están descritas en los tratados clásicos de patología. ¿Qué es una siripa o sirimba o tepeterepe? La Organización Mundial de la Salud posee un catálogo con nombres de miles de enfermedades, infecciosas, tumorales, degenerativas. ¿Cuál funcionario de la OMS podría explicar qué cosa es un guabucho, un rámpano o una ñáñara?
Derriengue es una voz que se aplica a la falta de tonicidad muscular. Además, tiene una significación psicológica doble: puede equipararse con desaliento o desmoronamiento psíquico; también indica enamoramiento intenso, incurable e irracional, como expresa el célebre merengue de Juanita Morel: entre las mujeres, tu eres mi derriengue. Pedro Henríquez Ureña afirma que berrán es enamoramiento carnal. A las mujeres que enferman a menudo les llaman moriviví, igual que a esa planta conocida por sensitiva o mimosa púdica. A los matrimonios que sólo procrean hembras les dicen parejas chancleteras. Chancleta, chancleteo, chancletazo, son palabras de uso continuo en Santo Domingo.
Muchos analistas políticos dominicanos estiman que cualquier día podría armarse un molote. Molote es un movimiento tumultuario agresivo y confuso. Molote viene a ser la forma viva y semoviente de mole o masa. La unidad química llamada molécula significa, en últimas cuentas, masa pequeñita. Contrariamente, molote es una masa enorme en acción; tan grande, que logra poner en apuros los gobiernos y abacorarlos. Abacorar quiere decir acometer empresas con marcado atrevimiento, según explican Constantino Suárez y Fernando Ortiz.
Cuando una muchedumbre se engrengreña surgen situaciones peligrosas. Engrengreñado es irritado, nos dice Pedro Henríquez Ureña. Tal vez el vocablo sugiere, veladamente, que ha llegado la hora de irse a las greñas. Este fenómeno social puede brotar entre grupos muy mansos, apleplados durante décadas. Los lexicógrafos empezarán a estudiar ciertas palabras sumamente decidoras, de amplio uso en nuestro país, tales como: titingó, zaperoco, reperpero, brimbrán. Las palabras decaen por falta de uso. ¿Qué significa linotipo? Y al revés, perviven al ser repetidas.