Como es evidente, los niños proceden de los padres; los padres pueden ser emigrantes o no, tener documentos o carecer de ellos. Las parturientas haitianas que acuden a ser atendidas en nuestros establecimientos de salud son un número creciente, según afirman los periodistas. Mientras más emigrantes haya, más niños nacerán en condiciones jurídicamente difusas y socialmente complicadas. A esos niños no debe privárseles de asistir a la escuela por no tener acta de nacimiento. Un niño será siempre mucho más valioso que un documento. La solución es buscar los papeles sin sacrificar la educación de los niños. Con la intervención de consulados haitianos o sin ella.
Después del terremoto que asoló Haití en 2010, la ayuda de la RD fluyó rápida, eficiente, oportuna, generosa. Hubo socorristas, médicos, enfermeras, cocinas, alimentos, colchas, abrigos. Miles de heridos por causa del sismo fueron atendidos en la RD. Incluso surgieron nodrizas dominicanas de emergencia que amamantaron niños huérfanos. El terrible terremoto, que destruyó el palacio asiento del gobierno, la catedral sede del obispo de Puerto Príncipe y dejó más de cien mil muertos, también abrió las puertas de la solidaridad entre dos países fronterizos; y puso la atención del mundo sobre la espantosa situación económica de Haití.
Pero esa situación aún no ha sido superada. Ni siquiera todos los escombros de los edificios destruidos se han removido. La comunidad internacional desea contribuir a la reconstrucción de Haití. Al parecer, quiere más de lo que puede. Las gestiones del ex-presidente Clinton, la acción de la ONU a través de la MINUSTAH, no han conseguido que la sociedad haitiana salga de su postración. Los problemas de Haití, como es natural, gravitan sobre un vecino pobre, dotado de una economía más activa y mejores infraestructuras y recursos humanos.
La diplomacia, como bien se sabe, entra en todo; en los asuntos colectivos y en los individuales. Especialmente en un mundo como el de hoy, superconectado e interdependiente. La carta del secretario general de la ONU a Danilo Medina es buena oportunidad para reflexionar sobre nuestras relaciones con Haití. Ban Ki Moon es un funcionario con larga experiencia; graduado en administración pública por Harvard, ex asesor de seguridad del Presidente coreano. Sería un excelente interlocutor.