A PLENO PULMÓN
Hojear los periódicos

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El pasado lunes aparecieron en este periódico varias noticias menores extremadamente inquietantes. No eran informaciones sensacionales, como la abdicación del Papa Benedicto XVI o la muerte del Presidente venezolano Hugo Chávez.  Para millones de creyentes cristianos es algo insólito que un pontífice abandone “la silla de San Pedro”.  Chávez, recién electo presidente otra vez, no llegó a tomar posesión.  Esta circunstancia, y su larga lucha contra el cáncer, hacen más penosa su muerte.  Para los venezolanos, en primer lugar, que ahora confrontarán un trastorno político de primer rango.  Tanto los partidarios de Chávez como la oposición que encabeza Henrique Capriles, saben que se avecinan tiempos difíciles para todos.

 Para algunos países de la región del Caribe, la muerte de Chávez significa que podrían resquebrajarse los acuerdos petroleros que les permitían sobrevivir con altísimos precios en los combustibles.  Su fallecimiento tiene efectos emocionales, políticos, económicos, para muchísimas personas, dentro y fuera de Venezuela.  La inesperada renuncia del Papa levanta el velo de los complejos problemas internos de la Iglesia católica. Es evidente que esta situación afecta al clero y a los feligreses en la misma medida.  Pronto comenzará en Roma un cónclave para escoger a un nuevo Papa.  ¿Será italiano, norteamericano o africano? De los tres casos se derivarían consecuencias políticas importantes.

 Pero las noticias menores a las que aludo al inicio de esta nota, nos dan claros indicios de cómo anda el mundo en nuestro tiempo. Al hojear los periódicos topamos con que seis monjes budistas “fueron sorprendidos apostando miles de dólares al póker”. Los bonzos también consumían alcohol sin ninguna contención.  A los sacerdotes católicos pedófilos debemos agregar monjes budistas ludópatas y dipsómanos.  Un cardenal británico pidió perdón por su conducta; declaró: “admito que mi comportamiento sexual en ciertas ocasiones cayó por debajo del estándar”.  Releí la declaración para asimilar debidamente lo que decía este cardenal.

 A Jorge Videla y Reynaldo Bignone, dos militares argentinos que están siendo juzgados, se les llama ex dictadores.  Su aspecto físico es tan penoso que cuesta trabajo creer que hayan sido capaces de matar tanta gente.  Por ultimo, leo que Videla tiene dos condenas a prisión perpetua; otro general imputado “tiene siete perpetuas”.  ¡Misterios del procedimiento judicial argentino!

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