A PLENO PULMÓN
Inanidad del esfuerzo

A PLENO PULMÓN<BR>Inanidad del esfuerzo

Los dominicanos que trabajan, pagan y ahorran, llevan sobre sus hombros una pesada piedra; con ella encima deben subir una escarpada cuesta. Algunas veces tropiezan y la piedra cae y rueda cuesta abajo.  Se dirá que en todas partes el hombre tiene que recomenzar continuamente tareas que se frustran una y otra vez.  De no ser así no existiría el mito griego de Sísifo, ni Albert Camus hubiese escrito su famoso ensayo de los años cuarenta.  Pero en el caso de los dominicanos hay notables diferencias con respecto al relato mitológico de los griegos. 

Los dominicanos están obligados a vivir rodeados de delincuentes impunes y ensoberbecidos.  También puede ocurrirles que esa piedra pesada no llegue a la cima de la cuesta porque alguien les “meta el pie” para derribarlos.  Zancadillas de todas clases sufre el hombre común de la RD -el que trabaja, paga y ahorra–. 

La hegemonía absoluta de los partidos políticos zarandea a los ciudadanos en casi todo el mundo.  En “la Italia degradada de Berlusconi”, como escriben algunos periodistas europeos, el descrédito general del gobernante no es suficiente para sacarlo del poder.  Los yemenitas padecen a Ali Abdalá Saleh, los rusos a Putin, los cubanos a Fidel.

Los ciudadanos de nuestro tiempo sobreviven de tres maneras: con las manos amarradas, la boca cerrada o el bolsillo agujereado.  A veces experimentan las tres cosas simultáneamente.  Sin haber transgredido ninguna ley, ni cometido pecado alguno que justifique esa triste suerte.  Los gobiernos devalúan las monedas, se endeudan internacionalmente, emiten bonos para cubrir déficits presupuestarios.  Las grandes instituciones financieras manejan alegremente títulos de alto riesgo; en crisis monetarias, de liquidez o credibilidad, piden socorro económico a los bancos centrales.

En todas estas “circunstancias penosas” el hombre de la calle ve volatilizarse sus ahorros.  Al disminuir el valor adquisitivo del dinero, su vida pierde calidad.  Las personas de edad avanzada notan enseguida el alto costo de los medicamentos.

Sísifo era un “convicto”; había sido castigado por su conducta; Zeus le condenó a subir una piedra; Sísifo tenía fama de ser “el más astuto de los hombres y el más inescrupuloso”.  La inflación producida por malas políticas monetarias condena inocentes jubilados a cargar piedras…  sin merecerlo.

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