A PLENO PULMÓN
Intereses nacionales

<STRONG>A PLENO PULMÓN<BR></STRONG>Intereses nacionales

¿Han elaborado los dominicanos una lista de los objetivos que desean alcanzar? ¿Han pensado nuestros maestros en las virtudes o destrezas que deberíamos fomentar desde la escuela? ¿Cuáles son los problemas básicos de la sociedad dominicana?

Estas preguntas apuntan, obviamente, hacia la vida política de la comunidad; pero también conciernen a la educación pública y a las actividades económicas y laborales.  Una comunidad laxa, sin proyecto colectivo de vida, es semejante a una manada de animales asustados; con el agravante de que el instinto orienta mejor a los cuadrúpedos que a los seres humanos.

 En muchos aspectos los países hispanoamericanos vegetan amarrados a una noria.  Damos vueltas alrededor de las mismas limitaciones, repetimos los errores que ya cometimos en siglos pasados.  Es pertinente sacar a colación una idea –el tiempo detenido–  que García Márquez expresó literariamente  en “Cien años de soledad”, gran novela donde confluyen varios elementos que definen a las sociedades hispanoamericanas: la política circular, las guerras intestinas, las compañías extranjeras que entran y salen, la profusión de generales, los numerosos prejuicios que llevamos incrustados en los huesos y nos impiden asumir nuevas actitudes creadoras.  ¿Por qué adoptamos tan fácilmente posiciones propias de cipayos extranjeristas?

 Es importantísimo que los líderes dominicanos –políticos, académicos, sindicales, empresariales- compongan y  formulen una tabla de intereses de la República Dominicana.  Intereses políticos,  económicos, de desarrollo sectorial.  ¿Qué cosas debemos defender? ¿Con que propósitos debe aplicarse el poder coercitivo del Estado? ¿En qué sentido debería marchar la voluntad colectiva.  Así como en las empresas de negocios se fijan metas de ventas, de producción, estrategias de mercadeo, los pueblos necesitan que les marquen, con letras bien visibles, los blancos hacia los cuales deberían disparar “las flechas de sus entusiasmos”.  Esas dianas coloreadas deben aportarlas, en primer lugar, los líderes políticos.

 Para comprender lo que ocurre en sociedades donde se han establecido “repúblicas de aire”, como las rotula el historiador Rafael Rojas, es necesario recurrir a la literatura, no sólo a la sociología y la economía.  Escribí a una amiga que emigró a los EUA: “La única literatura “eficaz y verdadera” es aquella que brota de la existencia colectiva con el mismo vigor que una rama del tronco de un árbol”.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas