A PLENO PULMÓN
Intrahistoria local (10)

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Durante los prolongados vuelos de aquel “avión de hélices” miraba las caras preocupadas de mis compañeros de viaje.  Era un viejísimo aeroplano al que habían practicado un “over-all” para que pudiera usarlo el Presidente Bosch, quien no quería “alquilar” una aeronave privada.  Ni militares, ni civiles, lograban dormir tranquilos en sus asientos.  Cualquier ruido, vibración, estremecimiento o inestabilidad pasajera, renovaba “la vigilia” de los pasajeros.  Desde el lugar donde iba sentado veía, de perfil, al Presidente; era el único que cerraba los ojos y dormitaba.  Recuerdo que llevaba un chaleco gris con muchos botones.

Sólo conseguía ver un lado de su cabeza blanca.  Hubo un momento en que inclinó el torso y dijo a su vecino: “en lo único que me parezco a Napoleón es que puedo dormir y despertar muchas veces; lo cual permite descansar y trabajar al mismo tiempo”.  Los militares que le rodeaban eran varios; se ha dicho que el general Atila Luna sugirió al Presidente la compra de aviones de combate; afirman que trató el tema en el curso del viaje.  Sobre este punto no tengo nada que decir, pues nunca los vi conversar por periodos largos.  Un joven de 26 años, sin experiencias políticas, aun sea vivaz y “de ojos abiertos”, es siempre un observador ingenuo.

 Francisco Comarazamy, en representación de “El Caribe”, estuvo presente en todos los actos y lugares que he mencionado.  Somos amigos desde hace cuarenta y siete años.  Comarazamy ha tenido la suerte de vivir más de cien años.  El encargado de prensa de los actos del Presidente López Mateos se llamaba Mario Uzcurdia.  Nos trató bien en todo momento; me entregaba notas de prensa, discursos, programas, que compartía inmediatamente con el “veterano periodista” Comarazamy.  Ninguna información, texto de discurso, fueron usados “antes de tiempo” o de manera indebida.

 López Mateos hizo hermosos regalos a los visitantes dominicanos.  Al Presidente Bosch entregó un gallo de oro y plata, obra de orfebrería deslumbrante.  Las plumas de la cola eran filigranas movedizas con destellos blancos y amarillos.  A los periodistas les tocó bandeja de plata maciza con tetera y accesorios.  Francisco  Comarazamy llegó a ser, muchos años después, director del “Listín Diario”.  Los dos conservamos aún las bandejas.

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