A PLENO PULMÓN
Intrahistoria local (7)

<STRONG>A PLENO PULMÓN<BR></STRONG>Intrahistoria local (7)

En Mérida caen chubascos tropicales repentinos, limitados a una sola calle.  Vistos desde un automóvil en movimiento parecen cubos deformes llenos de agua zumbante que huye.  Es posible –en un breve trecho- pasar por zonas secas de las calles y por otras completamente mojadas.  Nos resultaba chocante ver tantos letreros anunciando: “Farmacia homeopática”.  El colorido de los bordados de la ropa de mujeres mayas pobres, fue otro aspecto que llamó la atención de  los dominicanos.  La mezcla de la cultura española con la de los aborígenes yucatecos mayas, constituía una “sorpresa de humanidades”.

 Sin que yo lo supiera, el doctor Max Henríquez Ureña “cablegrafió” a su cuñada Isabel Lombardo Toledano, viuda de Pedro Henríquez Ureña; le informó que entre los dominicanos que viajaban con el Presidente Bosch había un miembro de la familia.  Don Max Henríquez escribía entonces, en el “Listín Diario”, una columna titulada: “Desde mi butaca”.  Doña Isabel se presentó en el hotel donde se alojaba el Presidente dominicano y preguntó si yo estaba entre los huéspedes.  Ella trabajaba en un departamento gubernamental relacionado con la seguridad social.  Era una viejita alegre y educada, de rostro hermoso y vitalidad contagiosa. Me dijo: lo llevaré a ver las urbanizaciones de viviendas para obreros.

En aquella época en México se vivía bajo la dictadura del Partido Revolucionario Institucional, (PRI).  Doña Isabel formaba parte de un comité que evaluaba “costumbres y méritos” de familias de trabajadores que deseaban ser “candidatos a recibir casas”.  Las viviendas nuevas construidas por el gobierno eran pocas en relación con el número de familias que las necesitaban.  Era preciso seleccionarlas.  Tan pronto trasladaban un grupo, se formaba otro conjunto de chozas precarias.  Pude así ver porciones de la ciudad que no estaban en el “itinerario oficial”.

En el hotel encontré periodistas mexicanos; querían “datos sobre el ave” que nuestro Presidente “trajo a México”. Son guineas, contesté. -¿A qué género pertenecen? –Obviamente, gallináceas; las hay silvestres, domésticas, añadí.  –¿Podría decir algo para el periódico “Ovaciones”?  -Un poeta dominicano escribió que las guineas llevan impresos en el plumaje los perdigones que habrán de matarlas.  Al día siguiente vimos “desplegadas” las fotografías de “las gallináceas”; y leímos, asombrados,  los versos de Manuel del Cabral.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas