A PLENO PULMÓN
Juventud y vejentud

A PLENO PULMÓN<BR>Juventud y vejentud

 Los hombres viejos no se parecen a los hombres jóvenes, salvo en que pertenecen ambos al género masculino. Viejos y jóvenes miran con la misma delectación a las mujeres bonitas.  Sin embargo, tener 25 años es cosa muy diferente de haber cumplido los setenta.  Pelo blanco y arrugas, dolores articulares o dificultades para orinar, son distingos -evidentes u ocultos- entre jóvenes y viejos.  Mientras los jóvenes creen que nunca llegarán a viejos, los viejos se empecinan en permanecer jóvenes para siempre, por lo menos en apariencias.  Un viejo panzudo, con venas varicosas en las piernas, se viste igual que un muchacho de veinte años.

 En los alrededores del Jardín Botánico, en supermercados y centros comerciales, usted encuentra viejos con camisetas con letreros en inglés, alusivos a la sexualidad, que proclaman su alegre “vejentud”.  Estos antiguos jóvenes usan pantalones “a media pierna”, chancletas plásticas o “crocs” de colores estridentes.  No les importa que el “t-shirt” sea amarillo, el pantalón verde y los chanclos morados.  Muchos usan brazaletes tejidos “contra la mala suerte” y tobilleras con imanes.  Consideran que las dos cosas, colocadas permanentemente en brazos y piernas, les protegen de “desgracias y enfermedades mortales”.   La alegría y la irresponsabilidad, propias de la juventud, se han infiltrado en muchas cabezas blancas a través de los espectáculos de música “pop”.

 Ya no existen “viejos verdes”, ni “cherrecles” o derrengados.  Todos son “viejucos” activos. El bastón es “una prenda” detestable que solamente se admite en casos extremos de osteoporosis, roturas de fémur, problemas graves de rodillas.  Algunos miembros de grupos de “jazz” y de “rock”, llegan a viejos con las vestimentas que usaron desde jóvenes.  A veces se hacen trenzas con los pocos pelos que conservan.  Algunos músicos afortunados alcanzan la vejez con todas sus canas; entonces las baten hasta formar un enmarañado pajón de protesta senil.

 La llamada “pastilla azul”, la famosa “viagra”, se ha popularizado en “diversas presentaciones” y con sugestivos nombres sensuales o procaces, para disminuir la distancia entre juventud y “vejentud”.  En todas las épocas se han usado bebedizos afrodisíacos de muchos tipos.  Antiguamente había que “encargarlos” a una bruja, a un curandero.  Ahora están a la venta, en cualquier concentración, en todas las farmacias.

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