A PLENO PULMÓN
Karateca-ajedrecista

<STRONG>A PLENO PULMÓN<BR></STRONG>Karateca-ajedrecista

Para sobrevivir en la República Dominicana hay que ser bailarín, karateca y ajedrecista.  Moverse rápido y girar con agilidad son virtudes propias del bailarín; el karateca practica un arte marcial que le permite dar patadas, esquivar golpes y defenderse con los brazos, todo al mismo tiempo; el ajedrecista calcula sus jugadas con anticipación, medita cuidadosamente antes de mudar un paso con un peón.  Leyendo artículos de prensa y escuchando opiniones políticas acerca de las próximas elecciones, he llegado a la conclusión de que los dominicanos son los hombres más “politizados” de la tierra.  Somos “politólogos”  con una concentración en malabarismo.

 Un viejo amigo con quien hablé sobre este tema me dijo: ¿Qué quieres tu que hagan los dominicanos?  Tienen que defenderse de alguna manera.  Si se quedan quietos, los empujan; si se mueven demasiado les “meten el pie” para que se caigan; si poseen grandes empresas pueden extorsionarlos; si pertenecen al ámbito de “las Pymes”, al menor descuido los quiebran.  Si están sin empleo “pasan necesidades” y los manipulan como si fueran títeres flojos.  Acostumbrados a vivir ante continuos peligros, mantienen en el aire cinco pelotas, a la manera de los malabaristas de circo.

 Siempre estamos “esperando a ver qué pasa”, antes de aventurarnos en ninguna empresa política.  El resultado es la parálisis permanente.  Las “tendencias sociales” a punto de brotar se quedan en embrión.  Podamos nuestros propios impulsos para no correr ningún riesgo.  Por eso da la impresión de que todo está “suelto”, girando sin fuerza, como cuando se rompe la correa de un generador.

Mi amigo, con mirada indulgente, siguió explicando su punto de vista.  ¿Si  los lideres cambian de partido, no es natural que los seguidores “se muden al bando que más les convenga”?  Los ladrones no van  a la cárcel; y a veces pueden poner en “aprietos judiciales” a los honrados.  En una situación así, la gente está obligada a “bailar cualquier música”.  El partido más grande es “el primer poder del Estado”; el partido que le sigue en tamaño es “el segundo poder del Estado”; no hay que decir que el número tres constituye el tercer poder.  Los constitucionalistas no aceptan esto; en cambio, el pueblo no tiene ninguna duda.

Pie

 

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