A PLENO PULMÓN
La amnesia compartida

A PLENO PULMÓN<BR data-src=https://hoy.com.do/wp-content/uploads/2011/06/2B0BBA36-CE68-494A-B6F0-11B9E740BE95.jpeg?x22434 decoding=async data-eio-rwidth=310 data-eio-rheight=390><noscript><img
style=

Cuando el poeta cubano Eliseo Diego escribió que los recuerdos son cosas que “hemos olvidado olvidar por puro olvido”, hizo un retruécano basado en una verdad incuestionable: son muchos más los asuntos que olvidamos que los que recordamos.  Ocurre así, tanto en la vida personal como en los acontecimientos colectivos.  Lo que “recordamos” de la vida de los faraones egipcios es poquísimo, en comparación con la duración de su imperio.  Eso que “sabemos” viene a ser “un resto” que sobrevivió, rescatado y oxigenado por los arqueólogos.  Toda la historia, antigua o moderna, necesita ser “exhumada” mediante alguna hermenéutica, pues todo tiende a desaparecer succionado por el imbornal del olvido. 

Puede decirse que incluso a las palabras del idioma las carcome el uso y el paso del tiempo. Los mismos vocablos con que recordamos los sucesos, se van marchitando hasta volverse arcaísmos, caer en desuso y fundirse en el olvido.  Así como hay lenguas muertas, también existen épocas “amortiguadas” que sólo perviven en documentos y crónicas, en dudosos testimonios incompletos.  La historia sufre la inevitable erosión que implica “seguir la marcha hacia adelante”.  Entre la ocultación interesada, el olvido espontáneo y la transacción conveniente, se teje poco a poco una malla de acero. 

Los jóvenes “ejercen” una memoria “selectiva”: olvidan hechos negativos; recuerdan momentos placenteros; los pueblos recuerdan sus grandes victorias en monumentos que suponen perdurables; olvidan las batallas de las que salieron derrotados.  Algunos viejos pierden la memoria enteramente; otros, conservan los recuerdos de sucesos remotos mientras “desalojan” u olvidan acontecimientos recientes.  Los pueblos se aglutinan, alrededor de los recuerdos, una vez que han descontado “los olvidos”.  La historia de cada nación es un árbol con algunas ramas tronchadas.  Esas ramas las mutila un jardinero llamado olvido.

En las cabezas de los hombres están alojadas la pasión y la razón.  Con frecuencia nos domina la primera; Voltaire prefería que fuese al revés: que la razón guiara nuestra conducta.  Opinaba que la historia, como disciplina crítica, comenzó en el Renacimiento con Maquiavelo, considerado hoy fundador de las ciencias políticas.  Ernesto Renán escribió: “El olvido es un factor esencial en la creación de una nación”.  Creía que la amnesia compartida era tan importante como los recuerdos comunitarios.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas