A PLENO PULMÓN
La belleza acumulada

A PLENO PULMÓN<BR>La belleza acumulada

Durante largo tiempo no había tenido oportunidad de disfrutar el placer de ir al cine, de ver películas en pantallas grandes.   A causa de las obligaciones de trabajo y las congestiones del tránsito de vehículos, nos vamos acomodando a la TV, al DVD. Y perdemos así el dramático poder envolvente de las imágenes de hombres y mujeres atormentados por sucesos dolorosos, la expresividad potenciada de sus rostros en “close-up”.  El desarrollo de la cinematografía ha llevado a creer que la pantalla gigante es “el tamaño natural”.  Fuera de ello, lo demás es simple imitación, mero sucedáneo insuficiente.

Una gratísima invitación de mi hija Pía me permitió gozar de la hermosa película de cine independiente titulada “El concierto”.  La obra, dirigida por el judío rumano Radu Mihaileanu, ha sido clasificada como comedia y como musical.  Dos actores rusos hacen los papeles centrales: Aleksei Gustov, en el rol de Andrei Filipov, gran director de orquesta anulado por la política intolerante del gobierno de Brezhnev; y Dimitri Nazarov, encarnando a Sacha Grossman, violoncelista virtuoso reducido a “chofer” de una destartalada ambulancia.  La solista que toca el concierto en Re mayor para violín, Opus 35, de Tchaikovsky, es la rumana Sarah Nemtanu.  El autor del argumento es Héctor Cabello Reyes, guionista chileno residente en París.

La película es mucho más que comedia y “musical”, aunque sea plenamente ambas cosas.  A menudo los gobiernos empujan escritores y artistas contra la pared;   incluso degradan sus vidas hasta conducirlos al alcoholismo o a la esterilidad.  Al destruir las vidas de artistas creadores, los gobiernos reducen también las posibilidades, intelectuales y sentimentales, de toda la sociedad.  Gobernantes presuntuosos y empecinados –de izquierda y de derecha– han maltratado poetas, pensadores, artistas, en muchísimos países. 

La belleza del arte musical de Mozart ronda el prodigio con el andante del concierto 21 para piano y orquesta.  Con esta composición se inicia la película.  Encima de esas notas maravillosas se despliega el drama social de cientos de artistas oprimidos por gobiernos totalitarios.  Las libertades de la música popular de gitanos, la disciplina de los ejecutantes de música culta, son dos caras de humanidad que nos brinda “El concierto”.  Una acumulación de belleza: actuación, música, poesía, redención personal.

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