Las muchas mortificaciones que padece un adulto durante el día, desaparecen por arte de magia cuando abraza un hijo o un nieto. El recuerdo de desplantes, zancadillas, sacadas de lengua, que sufre cualquier hombre en el trabajo, se esfuma de la memoria al cargar a su nieto. La familia es la mayor fuente de estabilidad emocional para la gente común. A pesar de los deberes, tensiones y obligaciones económicas que conlleva la familia, sigue siendo primordial en las sociedades de hoy, barridas por fuertes vientos de cambio en costumbres y convicciones.
Antiguamente, los hombres salían de los estrechos límites familiares durante las Fiestas Patronales. Las creencias religiosas los unían a un santo patrón. Familia y municipio se encontraban en el plebiscito cotidiano de que nos hablaba Ernesto Renán. Para él, la nación era un referendo de todos los días. El santoral de la Iglesia ayudaba a la vinculación pública entre los individuos. Necesitamos una nueva forma de aglutinación social que nos incite a cumplir tareas colectivas. Las cañadas putrefactas de nuestros barrios marginados requieren convites a fiestas albañales de saneamiento ambiental. Tal vez sólo así nos libraríamos de la epidemia del cólera.
De paso, hallaríamos un camino hacia el barrio seguro y la participación ciudadana; o quizás para la construcción de un proyecto colectivo de vida común. La proximidad del Día de las madres ha desatado dentro de mi esta cadeneta psíquica. Si no hay madres, no hay hijos; de no haber hijos, no habría nietos. Las familias no existirían sin el poder unitivo de las madres. El pegamento materno es, al mismo tiempo, lácteo y sentimental. El cordón del ombligo nunca es anulado completamente. Los sueños de adultos entrados en años están conectados con el amor materno.
No se si el amor a los nietos es una forma de regresión a la edad infantil. Los psicólogos deberían escarbar más en estos enigmáticos asuntos. Muchísimos adultos perciben la cuestión sin poder explicarla satisfactoriamente. Pero es indudable que las ventas del Día de las madres están garantizadas en RD. Ningún dominicano deja de comprar regalos para su mamá. Es posible que el cariño por los nietos sirva algún día para estimular la previsión del futuro político.