A PLENO PULMÓN
La caída del buitre

A PLENO PULMÓN<BR>La caída del buitre

Silvio Berlusconi ha abandonado el Palacio Chigi.  Obligado a dimitir después de fuertes presiones políticas, el jefe del Gobierno italiano salió del poder en medio de abucheos y celebraciones.  Las reseñas de los diarios recuerdan sus problemas judiciales, artimañas políticas, escándalos sexuales.  El Parlamento de su país aprobó las reformas elaboradas por la Unión Europea para evitar la quiebra económica de Italia.   Muchos periódicos repiten que Berlusconi “arruinó la buena imagen de los italianos y desacreditó a la clase gobernante”.  Durante 17 años hizo gala de su capacidad de maniobra y prodigó toda clase de chistes vulgares.  Le sucederá el recién nombrado senador vitalicio Mario Monti, antiguo Comisario Europeo.

 La lenta operación de sacarlo de la vida pública se atribuye a la paciencia e insistencia de Giorgio Napolitano, Presidente de la República.  A pesar de que la fortuna de Berlusconi es una de las más grandes de Europa y de que es propietario de muchos medios de comunicación, esta vez no ha podido evadir la derrota.  Antonio Elorza comentó que Napolitano trabajó “con estricto sentido de la moralidad y de atención a los intereses públicos”.   “Fue una obra de arte política, ahora consumada”.  Napolitano, dice Elorza, tuvo como interlocutores a intelectuales como Eric Hobsbawn y Norberto Bobbio.

Ahora bien, el puntillazo lo ha dado el escritor Michele Monina, autor de un libro titulado: “Esta vez, el fuego”, nacido en Ancona en 1969.  “Durante 17 años hemos confiado nuestra suerte a un hombre que ha hecho de sus intereses personales la razón de Estado”.  Opina que Berlusconi despedazó la democracia de Italia, el amor propio de los italianos y su prestigio entre los demás pueblos.  Este escritor viene combatiendo a Berlusconi desde los años ‘90.

Los recursos políticos de Berlusconi son infinitos; es un verdadero maestro de las malas artes; ha practicado la magia, la adivinación y el hipnotismo.  Tiene a su servicio docenas de ‘alicates”, testaferros, provocadores.  Quienes le conocen de viejo dicen que no se dará por vencido.  Debe estar urdiendo algunas trampas para resurgir de las cenizas del descredito.  Eso piensa el dramaturgo Darío Fo, Premio Nobel de Literatura en 1997.  Al irse, Silvio Berlusconi declaró abiertamente a sus amigos: “podemos desenchufarlos”.

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