Las conversaciones triviales pueden volverse controversiales y, en algunos casos, fundamentales. Un periodista amigo me dijo que había visto en los diarios la foto de Sobeida Féliz, detenida durante el decomiso de 4.6 millones de dólares encontrados en el interior de una costosa yipeta. Me explicó que en nuestro país existen importadores de vehículos robados. Estos vehículos se utilizan como envases para ocultar drogas o dinero sucio. Funcionan como furgones de bajo costo. Además, cada vehículo, por tener un propietario registrado en el lugar del robo, desvía las investigaciones hacia otras personas.
Cuando los escándalos acerca del consumo de drogas entre jóvenes, o los enfrentamientos de narcotraficantes llegan a un punto muy alto, los gobiernos cambian las autoridades del área de drogas o los jefes policiales. En ese momento los capos deciden que las nuevas autoridades tengan algún éxito resonante. Permiten el descubrimiento de un alijo; y que caigan presos algunos traficantes menores. La opinión pública se calma; la gente disfruta un respiro; la policía y el gobierno celebran triunfos sobre el crimen organizado. Entonces comienza un nuevo arreglo o new deal con los funcionarios que estrenan su autoridad.
El problema del narcotráfico no es un problema cualquiera, como muchos otros de orden público. Es una severa contusión en la conducta de miles de jóvenes, algunos de los cuales jamás logran liberarse de los efectos dañinos de la droga: psicológicos, morales, de índole familiar, rendimiento en el trabajo. El enorme volumen de dinero sucio disponible para inversiones, supera todos los esfuerzos del Banco Central para que haya crédito con tasas de interés más bajas en los bancos comerciales. Con toda razón, los miembros de la JCE están preocupados por la posibilidad de que ese dinero inunde los partidos políticos.
Las historias truculentas que antes llegaban de Colombia ahora llegan de México. Pero la matanza de Paya es un terrible caso local: con desaparición de droga y dinero; y con participación de expertos nacionales. Con la popularidad alcanzada por El cartel de los sapos, el hombre común se familiariza, cada día más, con los métodos del hampa. El hombre que hizo llover coca ya nos había enseñado a ver flotar las drogas en el mar.