La publicación de la última encuesta de Gallup Dominicana ha producido irritación en los dos grandes partidos que concurrirán a las próximas elecciones presidenciales. Ni los partidarios del PRD, ni los del PLD, han quedado satisfechos. Algunos dicen que los datos han sido falseados; otros sugieren que el gobierno sobornó a los encuestadores; para colmo, hay peledeístas que piensan que seguidores de Hipólito Mejía intimidaron a los ejecutivos de esa empresa de sondeos de opinión. De entrada, me parece que cuando los dos partidos políticos protestan eso es indicio de que el trabajo ha sido correctamente realizado; que tal vez refleje la realidad de los sentires colectivos.
¿Qué dice la encuesta? Lo primero es que Danilo Medina ha subido nueve puntos y que Hipólito Mejía ha permanecido, prácticamente, en el mismo lugar donde estaba. También la encuesta afirma que Hipólito Mejía aventaja a Danilo Medina en las preferencias electorales; Danilo aparece con 42.6%, en tanto que el expresidente Mejía llega al 47.9%. Ambos son porcentajes elevados. En el caso de Mejía próximo al 50%- es difícil subir más; y un buen síntoma no haber bajado de posición. Con un porcentaje como ese podrían ganar unos comicios para cuya celebración faltan muchos meses. ¿De qué se quejan los perredeístas?
Danilo Medina, una vez elegido candidato del PLD, confrontó vacilaciones internas en su partido, dentro del cual una gran cantidad de militantes son seguidores del Presidente Leonel Fernández; y varios millares son funcionarios públicos. Al escoger a Margarita Cédeño como candidata a la vicepresidencia, es verosímil que haya podido resanar ciertas grietas, unificar grupos y subir algunos puntos. ¿De qué se quejan los peledeístas? Ellos suben; el contrincante parece estancado en una meseta.
Nuestros partidos políticos no han podido ponerse de acuerdo para presentar un candidato idóneo al cargo de ombudsman o defensor de la comunidad toda. Cada partido pretende que el ombudsman sea suyo, que no defienda a los demás ciudadanos, a quienes no sean de la propia parroquia. Esa misma actitud ha puesto en peligro muchísimas veces la pulcritud de las elecciones generales. Nos gustaría que los jueces electorales fuesen parciales, que el ombudsman sea de los nuestros y las encuestas nos favorezcan en todo.