A PLENO PULMÓN
La época “camisectaria”

A PLENO PULMÓN<BR>La época “camisectaria”

Vivimos en un tiempo “camisectario”, “cachuchante” y propagandístico. En un aeropuerto de Jamaica usted puede comprar camisetas con el rostro de Bob Marley, del Ché Guevara, del Presidente Obama.  También gorras de béisbol de varios equipos de las Grandes Ligas.  Muchos recuerdan todavía un anuncio de campaña política en el cual una gorra roja del Partido Reformista daba vueltas en el aire hasta caer en la cabeza “del líder Joaquín Balaguer”.  El año pasado la Academia Dominicana de la Lengua organizó unos coloquios acerca del pensamiento filosófico en lengua española.  Fui invitado a comentar la “teoría de la perspectiva” en Ortega y Gasset.  Al terminar el acto me entregaron una camiseta con la figura de Ortega impresa en serigrafía.

Cuando la empresa multinacional McDonald’s entró a trabajar en Rusia, después de la disolución de la Unión Soviética, se distribuyeron camisetas con la efigie de Lénin comiendo un “hamburger” en la Plaza Roja.  Sus consultores publicitarios consideraron que la “comida rápida” constituía una revolución social.  Lénin sería un icono ideal de propaganda comercial.  Desde luego, solamente para “el mercado moscovita”.  Conservarían la hoz y el martillo –logotipo tradicional- cerca de la barba de Lénin. El “hamburger” grande se llamaría McLenin.

Sociólogos y economistas siguieron el camino abierto por publicistas y mercadólogos.  Algunos sociólogos pronosticaron la inminente “macdonalización del mundo”; los economistas empezaron a medir el valor de las monedas por el precio del “Big-Mac” en cada país. 

Los más atrevidos propusieron que el “precio internacional del “hamburger” se publicara junto a cotizaciones de las bolsas de Londres y Nueva York.

Las camisetas proliferan por todas partes.  Partidos políticos, clubes sociales, empresas privadas, grupos religiosos, equipos deportivos, ambientalistas, usan camisetas con emblemas, leyendas, retratos de personas, paisajes.

Ahora un pelotero puede decir: “mientras yo vista la franela de los Medias Rojas de Boston”; haré esto o aquello.  Un ejecutivo de empresa declaró: “no me quitaré la gorra de la compañía donde he trabajado desde hace quince años”.  Los políticos dominicanos cambian de camiseta y cachucha con pasmosa frecuencia, para mayor gloria de talleres de serigrafía, de sastres especializados en coser “logos y emblemas”.  La vieja era fascista de las “camisas pardas” concluyó.  Vivimos hoy una época “camisectaria”.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas