A PLENO PULMóN
La estatua del obispo

<STRONG>A PLENO PULMóN<BR></STRONG>La estatua del obispo

Entré a la iglesia de Las Mercedes con la esperanza de ver subir algún policía al campanario.   Di todas las monedas que tenía en el bolsillo a dos limosneras que pedían echadas en el piso.  Me senté en un banco cerca de la escalera que conduce al coro.  La mujer de los escapularios había dicho delante de mi al compañero de trabajo: “tienen anteojos militares para vigilar el buzón”.  Hacía tiempo que no visitaba la iglesia; escudriñé en todas direcciones: los azulejos de la pared, las imágenes de los santos, los atriles de los cantorales.  Pero no vi pasar a nadie que pareciera un policía. 

 Sentí que alguna persona se aproximaba por detrás de mí; miré y reconocí enseguida al “parqueador” a quien pregunté el día anterior si sabía algo del buzón.  –Señor, tengo algo para usted.  –¿Cómo supo que yo estaba aquí?  –Me lo dijo Tatá, la limosnera que se sienta frente a la estatua del obispo.    –¿De qué estatua habla usted?  –¿No ha visto el cura acostado que está en el nicho de la entrada?  En la cabeza del obispo ponen los papeles que sacan del buzón; algunos los pegan de los pies del obispo.  Los que entran no se dan cuenta; pero hay gente que sabe buscar.

–¿Son volantes contra el gobierno”  –No señor; son cuentos de la época de Trujillo Molina, el dictador que mataron hace cincuenta años.  También hay “pelas de lengua” contra diputados, denuncias por tráfico de cocaína.  No los he visto; pero los vecinos no hablan de otra cosa.  –¿Es cierto que venden los documentos del buzón?  –Este que yo tengo lo regalan; estaba escondido en los pliegues de la sotana del obispo.  –¿Y cuál es el tema?  –Trujillo, señor.

El papel tenía un montón de dobleces; a pesar de eso podía leerse bastante bien.  En la parte superior había un encabezamiento en letras mayúsculas; “Trujillo, el mayor jurista de la historia dominicana”.  Más abajo, en letra menor, decía: “El generalísimo Trujillo fue siempre respetuoso de las leyes, un verdadero legalista.  Todos los atropellos de su régimen se cometieron “dentro del marco de la ley”,  un marco en forma de enrejado carcelario”.  – Es un obsequio de “el portugués”.

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