Grandes obras de la literatura han sido llevadas al cine. Las narraciones escritas son convertidas en imágenes en movimiento; los personajes de las ficciones literarias encarnan en los actores que los representan. El Doctor Zhivago es el actor egipcio Omar Sharif; el frío descrito en la novela por el poeta Boris Pasternak, es una presencia física gracias a los fotogramas y encuadres escogidos por el director de escena. Los versos de Lara, Larouchka o Larisa Fiodorovna, parecen escritos para la encantadora Julie Christie. La música de la película, a través de la quejumbre de la balalaika, nos recuerda los dolores de la revolución.
En sus primeros tiempos el cine imitaba al teatro y reproducía la literatura clásica. Después, los grandes directores produjeron películas estrictamente cinematográficas; obras pensadas para cine, con libretos hechos para cine. El llamado séptimo arte se transformó en un arte independiente. En la actualidad el cine influye sobre la literatura. Drama, novela y poesía, no han escapado al deslumbramiento de la gran pantalla. La fluencia sin obstáculos de la narración cinematográfica es su virtud máxima. Vemos los objetos moverse con soltura y naturalidad, lo mismo un automóvil sobre la calle que una mujer hermosa taconeando en la nave central de una iglesia.
Existen escritores que sueñan con una prosa libre de escollos verbales; pretenden producir una clase de escrito donde el lector no tenga el menor tropiezo gramatical; ni por causa del complemento indirecto, ni por significaciones figuradas retorcidas. Que las palabras sean solamente los rieles de un tren que transporte la narración hacia una terminal de belleza. El lector correrá, como un venado perseguido, tocando apenas el suelo de las palabras que compongan el texto, conducido por una cámara cinematográfica.
Ventanal hacia la vida podría llamarse al ideal estético de los escritores que quieren hacer ese camino al revés: del cine a una literatura visual, movediza e incluso musical. El periodismo y la literatura experimentarán cambios importantes en la presente década. Así como las tabletas digitales permiten contemplar paisajes desde distintos ángulos, las realidades sociales, políticas, ecológicas, son susceptibles de ser enfocadas telescópicamente o con ángulo ancho. La literatura visual, escrita, cobra ahora a la cinematografía una vieja deuda artística pendiente.