A PLENO PULMÓN
La teología práctica

A PLENO PULMÓN<BR>La teología práctica

Una señora gorda con delantal verde entró a la sala; en la mano derecha llevaba la bandeja del café; con la otra mano arrastró una mesita pequeña y la aproximó a mi asiento. –Gracias, Bartola; huele bien el café.  –No se levante, padre; yo lo serviré; aquí está el azúcar.  La mujer sonrió y su cara negra se iluminó.  Unos dientes blancos y grandes le alegraban los ojos de abultados párpados; entonces dio media vuelta, casi militarmente, y desapareció.  –Trabaja en la parroquia hace ocho años.  Sin ella esto sería una pocilga.  Lo limpia todo; hace compras, cocina, lava los manteles del altar.

 –Por favor, padre, termine de explicar lo de Dolores Barbosa. –Es lo que llaman en mi pueblo una hembra desfachatada; hija de un portugués con una mujer de mala vida; le dicen Lolona; tal vez por el tamaño de las nalgas, por los pechos prominentes y su presencia agresiva e irrespetuosa.  Esta Lolona se viste provocativamente y es una joven alegre; tendrá poco más de treinta años. Cuando le gusta un hombre lo persigue o hace circular rumores de que se acuesta o se acostará con él. Crea líos por dondequiera que pasa.

 –Para que tenga una idea de la calaña y el estilo de Lolona, le contaré una anécdota.  Los empleados del almacén sabían que ella coqueteaba con Arnulfo, que parecía estar enredada con el gerente del establecimiento; pero, además, empezó a salir con el dueño de una banca de apuestas. Un ayudante del despacho del almacén le preguntó: ¿Lolona, por cuál hombre te vas a decidir? Lolona contestó, riendo: “entre bragueta y papeleta, me decido por papeleta”.

 –Como ve, me ha tocado mi labor pastoral en un barrio difícil.  Tengo por aquí muchos vagos, vendedores de drogas, mujeres procaces, chulos que presumen de sus buenas relaciones con la policía.  Poseo un revolver “colt”, calibre 38; se lo he mostrado a Pirulo y a Bartola para que lo digan a todo el mundo.  Estoy dispuesto a dejar cojo al que intente robar en la casa parroquial. Ya se lo he dicho; mi teología no es “ecuménica”; es local y personal.  El bien se hace en cabezas concretas: peinadas, desgreñadas o alisadas.

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