A PLENO PULMÓN
La tercera estación

<STRONG>A PLENO PULMÓN<BR></STRONG>La tercera estación

Todo cuanto aglutine clases y grupos sociales deberá ser usado en la gran “tarea de cohesión” que es un proyecto colectivo de vida común.  La protección de los recursos naturales, el mantenimiento de las obras de infraestructura económica, son dos pasos iniciales sobre los cuales sólo puede haber discrepancias de detalle o de procedimiento.  ¿Cómo lograr que a esos dos aspectos se agreguen otros más en forma dinámica? El diputado Pelegrín Castillo ha luchado durante mucho tiempo por que adoptemos una postura decidida en lo que concierne a los “derechos del mar”.  Los entendidos en este campo jurídico distinguen entre el “mar territorial” y otras “zonas contiguas”, de importancia para el comercio o la navegación internacional. 

Discutir los pormenores del tema es responsabilidad primaria de especialistas; solamente diré que las riquezas de la fauna marina son una “ampliación” de nuestros recursos naturales, una forma de “expansión de los limites” de la isla; y oportunidades para las inversiones en pesca, navegación, turismo ecológico.  Sea que explotemos estos recursos inmediatamente o en el futuro lejano, debemos “trabajar” la soberanía marítima como parte del “proyecto nacional”, como “acopio” de esperanzas para una población creciente.   Las riquezas del subsuelo son “trozos” del mismo capítulo.  Cuando producíamos oro nunca conservamos “algún porcentaje” de ese mineral en calidad de reserva monetaria.

No olvidemos que, en el pasado inmediato, el níquel representaba una parte considerable de nuestras exportaciones.  Las fluctuaciones de las monedas, las crisis financieras internacionales, son severas advertencias para las economías débiles y dependientes.  Las clases empresariales pueden jugar papeles fundamentales en esta “actividad aglutinante” de toda la nación dominicana; en las tres primeras estaciones del vía-crucis: bosques y agua, obras de infraestructura, riquezas del subsuelo. 

Con señalar esto no se haría más que empezar.  Nos replicarían enseguida: que los bosques son talados por los aserraderos, por los haitianos y dominicanos vendedores de carbón; que las granceras “acaban con los ríos”; que las empresas extranjeras reciben concesiones ventajosas para extraer minerales de nuestro territorio.  ¿Quiénes otorgan las concesiones?  Los políticos dominicanos “aprecian” a los empresarios extranjeros mucho más que a los dominicanos.  ¿Tiene arreglo esta situación?  Moscoso decía que dictamos leyes para favorecer industrias extranjeras… por encima de las nacionales.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas