Vivimos en una época de descreimiento religioso, de falta de compromisos cívicos e insolidaridad general. Cada individuo es una isla. Los ciudadanos de este tiempo sobreviven rodeados de ofertas engañosas en todos los campos. No hay día en que los diarios no traigan noticias de algún fraude: en ventas, en títulos académicos, en medicamentos; las trampas abarcan el comercio, la industria, los servicios.
Detrás de las iniciativas que parecen más inocentes, altruistas o caritativas, suele haber negocios escondidos. La gente, acostumbrada a la trapacería, pregunta: ¿dónde está oculto el racket? Cada vez somos más desconfiados y suspicaces. El hombre común se mantiene a dos pasos del cinismo.
El periodista pretomacorisano J. C. Malone publicó ayer en el Listín Diario un interesantísimo artículo acerca de las próximas elecciones de los EUA. Malone, residente en Nueva York, afirma que el Presidente Obama y el candidato republicano Romney están empatados, según reflejan las últimas encuestas de opinión. Nos dice que la campaña presidencial discurre en una sequía absoluta, en un apagón general de ideas y propuestas novedosas e inteligentes. Malone cree que las campañas son competencias engañosas donde siempre gana la mejor mentira. Aquí compiten el odio de los conservadores por Obama, y el de los liberales por Romney, no habrá ganador; el más odiado será perdedor.
En la República Dominicana es muy frecuente oír, durante las compañas electorales, que la gente no vota a favor de un candidato sino en contra de aquel que detesta. De ahí que sea tan importante determinar la tasa de rechazo de los contrincantes ante las mujeres o los hombres jóvenes. He escuchado decir a un amigo: ojalá pueda votar alguna vez por un candidato que me guste, que yo apoye sin reservas, en vez de votar rabiosamente contra uno del que quiero librarme a toda costa.
Todo esto significa que es difícil que surjan entusiasmos legítimos en sociedades donde la norma es la mentira y la trampa. Si en el mundo económico los fraudes son frecuentes, en el de la política es su atmósfera natural. En el reino de la mentira no hay cosa más extraña que la verdad. La verdad se torna irreconocible cuando vivimos sumergidos completamente en mentiras y engaños.