Hace tres días acudí a una tienda donde venden gafas y las reparan; también allí se hacen exámenes de optometría. El motivo de la visita fue apretar la viejísima montura de unos vidrios bifocales. No habían transcurrido diez segundos de mi llegada al lugar, cuando entró un desconocido y dijo: mire, le voy a dar mi análisis de la situación política; Leonel Fernández se quitará de encima las únicas dos personas que podrían hacerle sombra: doña Margarita, su esposa, y Danilo Medina, hombre fuerte en su partido. Ya lo verá usted. Era un sujeto de piel obscura y vientre prominente. Nunca lo había visto.
Otra persona, que ya estaba en la óptica, replicó inmediatamente: ¿Quieres decir que el Presidente preferiría que su partido pierda las elecciones para él regresar al poder en el 2016? Sería entonces el único candidato posible: un expresidente tres veces triunfador en el pasado; además, alguien que renunció a la postulación presidencial teniendo dos millones de firmas y posibilidad de promover un referendo para modificar la Constitución. ¿Tu eres perredeísta? preguntó el cliente al tipo.
Yo soy un político viejo, con experiencia, que sabe donde duerme el diablo, contestó el panzudo analista. Oigan lo que está difundiendo la radio; Miguel Vargas aceptó la convención del PRD y llamó a concurrir unidos a las elecciones. En el PLD podrían surgir ahora disgustos internos por la lucha entre doña Margarita y Danilo Medina. El propietario de la óptica, que escuchaba sonriendo, intervino: Creo que después que los peledeístas escojan candidato no tendrán más remedio que ir juntos a elecciones ya lo han hecho antes; tienen razones de mayor peso que los perredeístas: están en el poder y todos necesitan al Presidente Fernández.
Usted no ha dicho nada sobre lo que han hablado estos amigos, observó el propietario. Son noticias demasiado frescas todavía. El Presidente es un maniobrador habilísimo que emplea una marrullería refinada; por eso embaucó a Vargas Maldonado al nombrarlo interlocutor válido en el PRD con el pacto de las corbatas azules. Miguel Vargas rehabilitó constitucionalmente a dos adversarios temibles; y lo han triturado entre ambos. Sucumbió ante la marrullería fina y la marrullería corriente. ¡Cada quien tiene su óptica política!