A PLENO PULMÓN
Las polainas del tirano

A PLENO PULMÓN<BR>Las polainas del tirano

Trujillo murió abaleado “en día como hoy”, hace ya cincuenta y un años. Ha transcurrido medio siglo desde el día que cayó abatido “en la carretera”, frente al Mar Caribe.  Todos los años se hace el recordatorio de esa muerte que abrió el camino de la democracia política en la República Dominicana.  Al tiempo que se narran los crímenes de Trujillo o se describen sus cámaras de tortura, también  se insinúa que vivíamos con mayor seguridad bajo aquel régimen despótico.  “Podíamos dormir tranquilos”, afirman muchos.  No había “esta delincuencia que hay ahora”.

 En ciertos grupos sociales se tiene a Trujillo como “modelo de virtudes”: su voluntad era “de hierro”; poseía un “magnetismo personal” ante el cual los demás se inclinaban rendidos; su “don de mando” era indudable;  por eso gobernó autocráticamente desde 1930 hasta 1961. Concluyen diciendo: los presidentes que le siguieron “no les dan ni por la suela de los zapatos”.  Trujillo era “un machazo”; si él viviera no estaría la calle llena de inmigrantes haitianos.  “Se acostaba con muchísimas mujeres, blancas y negras”.  Todas se enamoraban de su “apostura militar”.

 Cosas por el estilo oímos todos los días, especialmente el treinta de mayo de cada año.  No debemos olvidar que el monumento erigido en honra de los matadores de Trujillo, ha sido destruido en dos ocasiones. Quiere decir que existen personas capaces de coordinar acciones para manifestar simpatía a un régimen desaparecido hace medio siglo.  ¿Prefieren el despotismo? ¿No aman las libertades públicas? ¿Creen imposible un Estado de derecho organizado por dominicanos?

 El Museo de la Resistencia fue inaugurado recientemente.  Todavía no tiene suficiente tiempo abierto al público para que haya cumplido su misión cívica y pedagógica. No conozco los textos mediante los cuales se les enseña historia dominicana a los niños de las escuelas primarias.  Los jóvenes que cursan la enseñanza intermedia o secundaria, no están en condiciones de “resistir” una ola de anécdotas acerca del “jefe político” que golpeaba con la fusta sus polainas si estaba nervioso.  Los periódicos logran alcanzar más influencia indirecta que los libros de texto.  ¿Se ha trasmitido espontáneamente esa admiración por el “perínclito varón de San Cristóbal”? ¿Promovemos inconscientemente el brillo de las polainas del tirano?

Publicaciones Relacionadas

Más leídas