A PLENO PULMÓN
Las preguntas inútiles

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¿Cuál es el mayor problema de la República Dominicana? Algunos economistas consideran que la falta de empleos es el principal problema de los dominicanos; si hubiese empleos, afirman, habría menos delincuencia, menos negocios ilícitos, menos alcoholismo; y el gasto producido por el salario de los empleados estimularía la economía toda, la producción, el comercio, los servicios.  “La llave” de todo es “la creación de empleos”, concluyen enfáticamente.  Pero enseguida surgen grandes preguntas: ¿Cómo se “crearán” esos empleos? ¿En cuáles campos específicos de la economía?  ¿A qué clase de trabajadores estarían destinados los nuevos empleos? ¿Rurales o urbanos? ¿Cuántas inversiones requeriría un programa así?

 Ciertos sociólogos están convencidos de que el principal problema de los dominicanos es que carecen de “la educación adecuada” para el desarrollo “económico y social”.  Los viejos economistas creían que el basamento de la riqueza estaba en “los recursos naturales”.  Los nuevos sociólogos, por el contrario, creen que todo depende de “los recursos humanos”.  Argumentan que el Japón carece de materias primas; que el altísimo rendimiento de su economía obedece a las destrezas técnicas y laborales de los japoneses.  ¿En cuáles sectores concretos de la educación debemos hacer mayor énfasis? ¿Humanidades o ciencias? ¿Ingeniería industrial o informática? ¿Mercadeo o administración de negocios?

 Otros enfilan sus cañones hacia los partidos políticos.  Estiman que los líderes políticos dominicanos no tienen ningún proyecto coherente de acción colectiva.  Ni en lo que concierne a las obras públicas, ni en lo relativo a incentivos a la inversión local.  ¿Existe algún plan para que seamos autosuficientes en la producción de alimentos a mediano plazo? Están seguros de que a los partidos les interesan más los impuestos que la producción agrícola; mucho más los gastos que las inversiones.

 Nadie duda de la importancia fundamental del empleo regular; todos están de acuerdo en que la educación generalizada magnifica el rendimiento de la economía.  Educación, empleos, son dos objetivos sociales de primera clase.  Como también lo es la disponibilidad “constante” de energía eléctrica “a precios razonables”. Es obvio que los partidos políticos están siendo cuestionados en todas partes; se les mira como depredadores del erario.  No obstante, la “falta de fe” es peor que la falta de educación y de empleos.

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