A PLENO PULMÓN
Lecciones de brujas

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En el año 1957 había en La Vega una bruja que ejercía su oficio frente al Cementerio Ornamental.  Desde su casa podían verse los árboles de una plaza cuadrada y, al mismo tiempo, las cruces que asomaban por la cerca del cementerio.  Era una bruja risueña, sin ninguna expresión maléfica que recordara las hechiceras de “Macbeth”.  En realidad, esta brujita cibaeña irradiaba un atractivo doble: encanto estrictamente femenino; simpatía instantánea por la manera de pronunciar palabras comunes.

 No era vieja; no tenía nariz ganchuda; no había en su cara una sola verruga.  Entré, acompañado por mi madre, a una salita limpísima cuyos muebles eran una mesa y cuatro mecedoras tejidas de guano.  Cubría la mesa una colcha de retazos de muchísimos colores.  Me senté en una mecedora, pero no la moví.  Me habían advertido que una mecedora “al balancearse” podría traer mala suerte.  -¿El joven tiene algún problema en los estudios?  preguntó la mujer.    –Vine a consultar yo; después, puede leerle la taza al muchacho.  -¿Anjá; ya te atreves a beber café, como si fueses un hombre?

 La brujita comenzó a colocar sobre la colcha las cartas de la baraja española.  Miraba de arriba abajo; después a ambos lados, inspeccionando el mensaje de los naipes.  De improviso una jovencita adolescente, quizás de catorce años, se aproximó a la mecedora y me dijo: -¿Quieres ver una cotorra que tengo en el patio?  Sabe decir malas palabras.  Inmediatamente salí al patio con la jovencita.  La cotorra tenía un pan en el pico y no dijo nada.  –Si mi madre te lee la taza, ten cuidado con el azúcar.    -¿Qué pasa con el azúcar?  -Es que el azúcar parda trae pelos del saco y algunos palillos.  Esos palos quedan en el fondo de la taza y pueden atravesarse en tu vida.

 Volví a la salita; bebí café endulzado; la brujita puso la taza al revés y la calentó con una vela hasta coagular los residuos del café.  Para el examen, la mujer hizo girar la taza con un dedo metido por el asa. Finalmente, dijo a mi madre: -Este hombrecito le dará algunos tormentos ahora; pero pronto cogerá cabeza; yo no veo ningún tronco atravesado en su camino.

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