A PLENO PULMÓN
Literatura disolvente

A PLENO PULMÓN<BR>Literatura disolvente

El gozo de vivir nada ni nadie lo puede extirpar.  De los mayores dolores, aflicciones y derrotas, los hombres emergen dispuestos a “empezar otra vez”.  He visto individuos en sillas de ruedas, severamente afectados en su capacidad de locomoción a causa de accidentes, hacer planes para el futuro: “cuando vuelva a caminar subiré al pico Duarte”.  Y ríen, respirando imaginativamente el aire de las montañas.  La imaginación nos permite viajar al pasado y proyectar lo porvenir.  En estas dos posibilidades –ir hacia atrás o hacia delante-  reside la magia de la literatura.  La literatura tiene el poder de reunir, en un sólo racimo temporal, pasado, presente y futuro.

La literatura homérica tuvo un carácter unitivo y abarcador.  Por ser poesía épica, en primer lugar; pero los dioses griegos, las tradiciones populares y mitos menores de los antiguos habitantes de la Hélade, forman parte esencial de los versos de Homero.  Los pedagogos griegos que “inventaron” la gramática –un estudio centrado en las letras-, pretendían transmitir y perpetuar su cultura a través de los hexámetros de “La Ilíada”.  En tiempos de Platón estos versos constituían un texto arcaico que requería orientación y maestros.  Las historias homéricas, independientemente de su belleza artística, representaban “un valor social”, un verdadero cemento colectivo o aglutinante cultural.

En la Edad Media ocurrió igual.  El Dante redactó la “Divina Comedia” en hermosos tercetos endecasílabos; pero más importante que la forma empleada por el poeta es el mundo completo configurado en el poema: había infierno, purgatorio y paraíso; confrontaba la cultura pagana con la cultura cristiana: Virgilio podía acompañarnos en el purgatorio pero no en el paraíso.  Además, como bien se sabe, el toscano es la criatura expresiva de la cual surgió la naciente lengua italiana.  El poder unitivo de la lengua es, substancialmente, literatura; palabra y letra.

En la época moderna la literatura continúa esa tradición viejísima.  La Ilustración prolonga los antecedentes e ideales del humanismo y el Renacimiento.  La época contemporánea está  marcada por “La evolución de las especies”.  Darwin nos dice que el hombre actual es tataranieto de un gran piteco.  También para los socialistas la historia “es proceso”.  La misión de la literatura nunca ha sido disgregar: ¿Seguirá siendo así?

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