A PLENO PULMÓN
Literatura  fronteriza  4

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César Sánchez Beras reside en los EUA; es profesor de lengua y literatura españolas en Lawrence, Massachusetts.  Además, es un emigrante de la “parte Este” de la isla.  Muchos emigrantes haitianos piensan que “el paraíso queda al Este’’, esto es, en la RD.  Sin embargo, montones de dominicanos emigran del “paraíso oriental”; van a parar a Europa o a los EUA.  Los emigrantes de todo el mundo constituyen la “población” más numerosa, después de la de China y la India.  Los japoneses tienen inmigrantes filipinos, los alemanes emplean gentes de Turquía, los norteamericanos a mexicanos y toda clase de “hispanos”.  Los españoles se ven abrumados por la afluencia de magrebíes sin papeles.

Estas migraciones están cambiando el tono de la vida social en muchos países. Significan “alteraciones” laborales, culturales, demográficas, políticas.  La “sociografía de las migraciones” no es una investigación nueva; antiguamente se le llamaba “völkerwanderung”; se aplicó el termino a las migraciones de pueblos europeos durante el primer milenio.  El historiador inglés Arnold Toynbee afirmaba que las grandes oleadas migratorias preceden o anuncian los “tiempos revueltos”, uno de los pasos teóricos de su historiologia.  Se trata de un fenómeno mundial.  Dilucidar si el origen de las migraciones es primariamente económico, no es tarea principal de los artistas.  Es obvio que poca gente emigra de su país de origen si se siente bien viviendo en  él.

Los problemas humanos que confrontan los emigrantes para adaptarse a nuevas condiciones de vida en los países anfitriones, suelen ser dolorosos: empleos mal remunerados, discriminación, desprecio e incluso agresiones físicas.  Las diferencias de raza, cultura o lengua son capaces de activar prejuicios escondidos, actitudes irracionales.  Las necesidades laborales en países europeos con baja natalidad, inclinan a la contratación de mano de obra extranjera; y esa dependencia desencadena la xenofobia.

La literatura es mucho más penetrante que otros “modos” de acercarse a las realidades humanas.  Los reglamentos migratorios, las leyes sobre ciudadanía, la vigilancia de fronteras, son obstáculos inútiles para la marea migratoria de nuestros días.  Ni el imperio romano, ni los Estados Unidos, han podido detener las periódicas invasiones de los pueblos que “se mudan a otra parte”.  El escozor de tantos conflictos conduce al dolor “bajo otro cielo”.

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