A PLENO PULMÓN
Literatura  fronteriza

<STRONG>A PLENO PULMÓN<BR></STRONG>Literatura  fronteriza

Acabo de leer un texto de poco más de 100 páginas escrito por César Sánchez Beras; se titula “Al Este de Haití”.  Es la historia de los Morisseau –abuelo, hijo y nieto–, habitantes de un pobrísimo pueblo costero de Haití  llamado Miragoâne.  El autor coloca sobre su nombre una nota entre paréntesis: “3 vidas, 20 mil palabras, una sola tragedia”. Describe, con admirable efectividad literaria, la extremada miseria de los haitianos residentes en los villorrios del interior del país, la escasez de trabajo, su necesidad imperiosa de emigrar.  Nos pone en contacto directo con tres generaciones crecidas en la pobreza, condenadas  a emigrar sin documentos de identidad.

 César Sánchez Beras nos presenta primero al abuelo: “El viejo Jean Morisseau recién cumplió 70 años y aún trabaja la tierra como si fuera un muchacho.  Sus brazos están muy delgados, pero todavía parecen ramas de ceiba”.  …“Lleva amarrado a la muñeca derecha un brazalete de cuero tejido.  El adorno tiene una efigie borrosa que no identifica a qué divinidad pertenece”.  Ocasionalmente consigue trabajo “para cargar camiones que salen para la capital”. También “como simple ayudante de albañilería rústica”.  A veces guía a los turistas y les habla del pasado glorioso de sus antepasados “que fueron traídos del Norte de Nigeria”.

 Este Jean Morisseau conservaba un diario escrito por su hijo Claude, quien emigró a Barahona para seguir a una dominicana llamada Mercedes.  Ella trabajaba en una institución internacional interesada en la cultura afro-antillana.  Finalmente, Mercedes enroló a Claude y le invitó a viajar por distintos pueblos de Haití. Así pudo conocer fotógrafos, sociólogos, libros de historia y literatura.  El viejo soñaba con el regreso de su hijo y algunos días releía su “Diario”, que guardaba en un baúl bajo la cama.

 Un día su nieto Christopher, de once años, habla con el abuelo sobre los papeles de su padre, a quien no ve desde que tenía dos años. El niño, continuamente, pedía al viejo que contara la historia de “Doña Paloma y Doña Tortuga”, relato simbólico de quien vuela o emigra y de quien se atrasa y queda varado.  El niño termina viajando a Barahona, polizón de una camioneta “Ford”, en busca del borroso padre ausente.

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