A PLENO PULMÓN
Llegar al llegadero

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Creo que las caricaturas de los diarios están cumpliendo un papel editorial digno de ser aplaudido con manos y pies.  En primer lugar, por la gracia y el ingenio con que realizan su misión periodística; también por el “atrevimiento” con el que abordan los temas más espinosos de la vida dominicana: drogas, malversación de fondos, criminalidad e impunidad, inmigración ilegal, abusos de poder.  El carácter festivo o “risueño” de las caricaturas reduce un poco su poder urticante y hace posible que las toleren los personajes aludidos.  Sin embargo, eso no disminuye la agudeza y pertinencia de las críticas sociales que contienen.

En este campo peligroso del servicio público Harold Priego se lleva las palmas, tanto por el volumen de su trabajo como por la frecuencia de los aciertos.  No hablemos de la creación de sujetos de ficción con enorme poder “representativo y sugeridor”, como son los casos de Yuleidy y de Tulio Turpén.  Diógenes y Boca de Chivo han merecido sendas estatuas.

Hace unos pocos días el periódico “Hoy” publicó una caricatura en la que aparecía un aparato de radio a través del cual una emisora difundía estas opiniones: “el pueblo pide con mucha autoridad que las nuevas autoridades tengan autoridad”.  El radio-oyente de la caricatura añadía: “y que los nuevos funcionarios funcionen”.  El ciudadano común no percibe a su alrededor un sistema fijo de referencias acerca del orden colectivo.  Piensa que las autoridades naufragan todos los días.  Camiones cargados de metales preciosos pueden ser asaltados “con facilidad”; los menores apresados por la policía pueden escapar de sus custodios; oficiales de esa institución pueden no obedecer al Ministerio Público. 

Este “desbembamiento institucional” no ha sido estudiado por nuestros expertos en derecho constitucional.  Pero muchas señoras entradas en años, que se asoman diariamente a las puertas de sus casas para comentar las noticias con los vecinos, estiman que estamos “llegando al llegadero”.  Quieren decir: al exceso inaguantable del desorden y la impunidad; al punto desde el cual ya no se puede ir más lejos.  El “llegadero” es una terminal de las sociedades que no se modifica con caricaturas o editoriales.  Las fuerzas sociales, los líderes comunitarios, iglesias, gremios, deberán luchar para que logremos salir del “llegadero”.

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