A PLENO PULMÓN
Llover  sobre mojado 2

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“Los poetas que producen versos “directos”, cuyos efectos estéticos no estriban en la radiación de una frase sorprendente, son a menudo descalificados.  La poesía antigua, la de Homero en primer lugar, es ajena a esos procedimientos.  Y a pesar de la adjetivación constante: “broncíneas corazas”, “cóncavas naves”, “aladas palabras”, el poema descarga en el lector su fuerza artística con la energía de un vendaval.  Poetas recientes: Rilke, Frost, Octavio Paz, han renunciado a esos juegos expresivos, sin dejar de ser poetas extraordinarios”.

 “La pasión “colorista” es en nuestra América la otra cara del “narcótico de la imagen”.  No hay más que pronunciar en voz alta los versos de Manuel del Cabral a la tambora: “Trópico, mira tú chivo/después de muerto cantando;/a palos lo resucitan/la muerte aquí vida dando”. –y el auditorio estalla en aplausos.  Lo mismo ocurre con “Paisaje con un merengue al fondo”, de Franklin Mieses Burgos.  O con los poemas menos felices del gran Pablo Neruda”.

“Editora Taller publicó en 1994 un brevísimo libro de Camila Henríquez Ureña titulado: “Invitación a la lectura”.  Está compuesto por concentradas “notas sobre apreciación literaria”.  Unas maravillosas “notas” que van mucho más allá de su intención pedagógica o escolar.  El capítulo dedicado al ensayo es tan instructivo como abarcador. Acerca del ensayo he escrito en dos ocasiones”: para abrir los textos que aparecen en “La feria de las ideas”; para iniciar las páginas de “Empollar huevos históricos” redacté “Ensayar un ensayo sobre el ensayo”.  Allí está expuesta mis opiniones en conexión con el ensayo”.

“Pero de las enseñanzas de Camila Henríquez Ureña pueden extraerse mayores beneficios culturales.  Doña Camila empieza por decirnos: “El ensayo como género literario es imposible de definir: es preciso describirlo.  En su concepto esencial es una forma literaria de revelación patológica, y por lo tanto, su campo es tan vasto e indeterminado  como la psique humana”.  Su primer paso es ponernos en contacto con el más viejo cultivador del género en el siglo XVI: Miguel de Montaigne, fallecido en 1592.  Luego de habernos explicado lo que llaman “ensayo personal”, afirma: “El perfecto ensayista, dentro de este concepto, es una fuerte personalidad que se expresa a sí misma”… unifica “la diversidad de todo lo que existe”.

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