A PLENO PULMÓN
Llover  sobre mojado 3

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Doña Camila Henríquez Ureña nos dice: “si el novelista y el dramaturgo tienen que expresar en sus diferentes personajes la diversidad del ser, el ensayista trata de unificar en su personalidad la diversidad de todo lo que existe”.  Conecta el ensayo con la poesía lírica a causa de “ese carácter personal y en que se desarrolla sobre un tono o modo central, ligero, grave, satírico, etc.”.  Entonces cambia de rumbo y nos dirige a los siglos XVIII y XIX, “ricos en la producción de ensayos”.

 “La popularidad del ensayo se estableció con la aparición de las primeras publicaciones de la prensa, en el siglo XVIII.  Notables ensayistas fueron Addison, Montesquieu, Emerson, Stevenson.  En España, en el siglo XX, se distinguieron de manera especial, Unamuno, Ortega y Gasset, Azorín.  Reacciones e invectivas contra el “carácter fragmentario” del ensayo nunca han faltado.  Sánchez Albornoz escribió en 1977 un prólogo a su famoso tratado: “España, un enigma histórico”, donde defiende las dudas que se desprenden de ese título: “¿Inseguro? siempre debe estarlo el historiador que no es un puro ensayista –en Argentina dirían un lindo macaneador.  La obra de ciencia no puede compararse con los juegos literarios”.

“Camila Henríquez aclara: “no todos los ensayos tienen el carácter puramente personal que dio a los suyos Montaigne, aunque esa es, nos parece, la forma del ensayo puro.  Desde luego, puro a partir del creador originario.  No obstante, es verosímil que la llamada “evolución de las especies” alcance no solamente a los animales sino también a los géneros literarios.  Virginia Wolf, citada por Camila Henríquez, dice del ensayo; “nos debe someter a su encanto desde la primera palabra y no permitirnos despertar hasta la última, dejándonos reposados.  En el intervalo, pasaremos a través de las más variadas experiencias de diversión, sorpresa, curiosidad, indignación; pero no debemos despertar.  El ensayo debe envolvernos y envolver el mundo con su cortinaje”.

“Concluye esta parte de su estudio diciéndonos: “pocas formas literarias tienen tanta necesidad de alcanzar un alto grado de perfección para ser de valor”.  Afirma enfáticamente: “es la forma literaria que mejor puede contribuir a desarrollar el hábito de pensar y reflexionar, sin el cual no es posible apreciar profundamente ninguna función literaria”.

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