A PLENO PULMÓN
Locuras provisionales

<STRONG>A PLENO PULMÓN<BR></STRONG>Locuras provisionales

Los locos tienen muchas ventajas de las que no disfrutan los cuerdos.  En primer lugar, los locos “no se hacen cargo” de la espantosa realidad que les rodea.  Al no tener plena conciencia de lo que ocurre en torno, sufren menos que los cuerdos.  Los tipos que han “perdido la cabeza” no por eso pierden la vista, el olfato, el tacto.  Perciben claramente si una persona entra a la habitación, si ha ladrado un perro en la calle o hay una gallina en el patio.  Sus reacciones frente a lo que les rodea son evidentes. 

 Quiere decir que los locos pueden gozar las múltiples bellezas de la naturaleza: la contemplación de las flores, por ejemplo; también pueden escuchar la música, saborear la comida; incluso son capaces de enamorarse de una vecina… que no tiene que llamarse Dulcinea, Beatriz o Penélope.  Sin embargo, no saben nada de la contaminación atmosférica, de la tasa de cambio de monedas extranjeras, del costo de la energía eléctrica; no perciben las trapacerías de los políticos, los negocios turbios de los delincuentes.  Por tanto, ven del mundo la parte más amable y gozan de ella sin reservas.

 Los psiquiatras son especialistas en psicología anormal.  Ellos están encargados de “tratar” con “locos de remate”.  Últimamente, la farmacología ha ido en auxilio de los psiquiatras.  Existen muchísimos medicamentos psicotrópicos.  Hay píldoras para “ponerse eufórico”, para dormir, para prolongar la vigilia; las hay para “deprimir” a los excitados y también para estimular a los depresivos.  Los médicos que cuidan locos disponen de un sin fin de “recursos químicos”, con los cuales aliviar o “domesticar” las llamadas enfermedades mentales.

Se dice que “los locos no se cansan”; pueden agitarse durante tres días sin sentir fatiga.  Todos hemos oído aquello de “ha durado más que un loco”.  Los locos viven saludables tantos años porque no sienten las durezas de la vida; dan rienda suelta a la imaginación que transforma el espinoso mundo en cuasi paraíso.  Se está experimentando con pastillas para producir “locura mínima transitoria”.  Pronto disfrutaremos la felicidad de estar locos sin riesgo de ir al manicomio; ni de que la policía nos lleve al cuartel.  Podremos ser locos provisionales por prescripción médica.

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