A PLENO PULMÓN
Los glóbulos rojos

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La truculencia y las insólitas circunstancias que rodean el asesinato de Wilma Martínez lo convierten en un “crimen modélico”.  Puede servirnos para clasificar ciertos “paradigmas” vigentes en la sociedad actual.  Sociólogos, psicólogos, historiológos, podrían medir a través de este caso la gravedad de nuestras enfermedades sociales.  Wilma fue asesinada por dos hermanas, de apellido Guerrero, quienes amarraron a la víctima con el pretexto de que “una hechicera le hiciera un despojo”.  Las hermanas estrangularon a Wilma y trasladaron el cuerpo “hasta la carretera Miches-El Seibo, donde fue abandonado”.  Al día siguiente las matadoras volvieron al lugar y, con ayuda de un tal “Amarillo”, le “pegaron fuego” al cadáver.

Dos días después regresaron al mismo sitio, acompañadas por otra persona, para decapitar a Wilma, tratando de evitar con la mutilación que fuera identificada por la autoridades policiales.  Se ha dicho que el móvil del crimen fue robar a la víctima $850,000, enviados desde Suiza por el esposo de Wilma; las informaciones de ayer indican que de ese dinero solamente había recibido 84 mil; y que de estos tenía en su casa apenas 21,000.  La orden de decapitar a Wilma se atribuye al esposo de una de las hermanas, quien cumple actualmente una condena de 20 años por homicidio en la cárcel de El Seibo.

Una tía de Wilma Martínez, cuyo nombre es Beyanilda, ha explicado que su sobrina trabajaba en un club nocturno de Suiza llamado “Glóbulos Rojos”.  Con el producto de su trabajo en el exterior Wilma logró construir nueve apartamentos en Higüey, los cuales tenía alquilados.  En costosa “yipeta”, propiedad de la víctima, transportaron las asesinas el cadáver hasta Miches.  La referida tía añadió que Wilma sólo cursó estudios hasta el octavo grado.

 Causa asombro leer las crónicas de los procesos judiciales conectados con tráfico de drogas.  Hombres y mujeres vinculados a estos casos llevan vidas parecidas a las de Wilma y el esposo de una de las hermanas Guerrero.  Los negocios de drogas, como se ha visto, producen asesinatos en serie.  Sin embargo, circula la idea de que es posible vivir en opulencia ilícita sin sufrir ninguna clase de sanciones.  Pero la sangre corre siempre.  “Glóbulos Rojos” tal vez sea un nombre emblemático.

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