Empollar huevos históricos es el título de uno de mis libros de ensayos. No tiene nada que ver con Haití, ni con el recientemente suspendido comercio de pollos y huevos en la frontera dominico-haitiana. El tema central del libro apunta más bien hacia el lentísimo proceso de los pueblos para alcanzar el desarrollo económico y social, la organización institucional. La cultura específicamente política incuba a paso de tortuga. Más que un proceso, es un continuo empollamiento, cría y pastoreo. El crecimiento económico, la estabilidad política, requieren un prolongado esfuerzo, muchos ensayos y correcciones; y, en adición, la presencia de un liderazgo inteligente y enérgico.
Tal vez el asunto de los huevos y los pollos sirva a las autoridades dominicanas a nuestra sociedad toda para replantear su política frente a la vecina nación. Una política que deberá tomar en cuenta la historia social de Haití, sus intereses económicos, la densidad de su población, la idiosincrasia de ese pueblo orgulloso y rebelde. Haití logró su independencia política en 1804; antes que todos los demás pueblos de la América hispánica. Dessalines, autor de esa liberación, murió en 1806; su cadáver fue despedazado por sus enemigos.
De ser la colonia más rica de Francia, Haití ha pasado a ser el pueblo más pobre del hemisferio. Su historia es una larga crónica de sufrimientos, explotación extranjera, autoflagelación política y social. Después de más de dos siglos, todo sigue igual. Actualmente nuestros vecinos sufren la intervención de la ONU. Las tropas de la Minustah han expresado, una y otra vez, su fracaso en relanzar o reorganizar la sociedad haitiana. La situación política de Haití es muy parecida a un revoltillo de huevos.
En el pasado, los dominicanos fuimos beligerantes con los haitianos; peleamos contra ellos militarmente hasta 1856, fecha de la última invasión del emperador Soulouque. Después fuimos indiferentes y dimos la espalda, desdeñosamente, a los problemas haitianos. Después quisimos experimentar con la política de buena vecindad. La ejercimos tras el terremoto del 2010. Hace poco hemos donado universidades y viveros de plantas. Muchos haitianos están perturbados por viejos conflictos entre negros y mulatos, afirmaba el padre del poeta haitiano Jacques Viau. La tensión racial no ha sido drenada por completo.