A PLENO PULMÓN
Machacado dos veces

<STRONG>A PLENO PULMÓN</STRONG><BR>Machacado dos veces

Algunas conversaciones que escuchamos accidentalmente en los supermercados, en las colas para pagar servicios de electricidad, telecable, etc., podrían calificarse de “modelos” de interacción social  o muestras de “sabiduría popular”.  Esos “diálogos vivos” deberían ser “recortados”, como si recortáramos un anuncio clasificado de periódico; así se “aislarían” del bullicio general donde nacieron.  Pero esto no sería suficiente para dar una idea exacta de su significado humano.  La simple grabación de un diálogo no logra incluir la cachucha raída de uno de los interlocutores, la sonrisa pícara del que escucha interesado; ni los gestos y risotadas de quienes rodean los protagonistas.

 Habría que recurrir a un cineasta que filme la escena;  a camarógrafos diestros que capten la expresión de las caras, los detalles de las vestimentas.  Un columnista de periódico difícilmente conseguirá transmitir al público el “sabor” de esos “sucesos” cotidianos, a la vez que únicos.  Ningún arte figurativo puede transmitir con fidelidad lo que percibe el testigo mismo.  Nada tiene más fuerza comunicativa que la inmediatez de los hechos. 

Un hombre maduro, con cara de funcionario en retiro, abordó una mujer joven que miraba el televisor para preguntar: -¿Usted piensa que todo lo que cuenta ese hombre es cierto? –Yo creo que sí; es un hombre serio; mi madre lo conoce, pues ella vivió en la misma calle donde creció este tipo.  Él trabajó mucho tiempo en el gobierno y no se robó nada; entró igual que salió, con el mismo carro que tenía antes de que lo nombraran.  Un sujeto flaco que escuchaba sentado, se levantó para decir: -Con un hombre así no quiero tener amistad.  ¿Para qué me sirve? ¿Si no hizo nada por él, que haría por mí? Tiene que ser un estúpido.

-Mi madre dice que es un hombre inteligentísimo.  ¡Qué va! De estúpido no tiene un pelo.  No hay más que oírle hablar.  El viejo subió las cejas y enseñó los dientes.  –Entonces, tu dices que salió del gobierno sin un centavo; y tu mamá cree que es un hombre muy inteligente.  Tras una brevísima pausa, agarrándose dos dedos, continuó. –Si no cogió cuartos es muy bruto; y si es tan inteligente como ella dice, debe tener mucho dinero “apacochado”. 

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