A PLENO PULMÓN
Mariposas y coroneles

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Pablo Neruda ha llegado a la “consagración al revés”; Albert Camus dijo muchas veces que la “consagración última” de un escritor “consiste en no ser leído”.  Cuando a un poeta, a un narrador, a un ensayista, todos los citan y nadie los lee, esa es la “consagración de la fama”.  Homero, Cervantes, el Dante, disfrutan de ese extraño prestigio de los clásicos.  Con Neruda no ocurre así; se cita y se lee; se imita y se parafrasea todo el tiempo.  Un periodista del semanario “Clave”, al hacer el sumario de fin de año, tituló su columna “No todo fue naufragio”.  Explicó que confrontamos problemas con la energía eléctrica, con la economía, con la educación pública; pero hubo consenso en no dañar el Parque Nacional de Los Haitises.

 En la archiconocida “Canción desesperada”, que cierra los “20 poemas de amor”, el gran poeta chileno repite cinco veces: “todo en ti fue naufragio”.  Neruda se refiere, obviamente, a una mujer.  El periodista Diógenes Pina, con una leve torsión del famoso verso, nos dice que “no todo está perdido”.  Pero en vez de parafrasear el parte de aquel heroico almirante: “todo está perdido, menos el honor”, prefirió la imagen              –también marinera- del naufragio de la “Canción desesperada”.  Creo que escogió bien.  No hemos podido “salvar el honor” de nuestro naufragio… político, económico, moral. 

En el día de ayer, a pesar de los muchos asuntos truculentos que había en los periódicos: crímenes, narcotráfico, investigaciones fallidas, escribí acerca de mi abuela en esta columna.  Al enviar el escrito al periódico recordé otros versos de Neruda: “Mientras el viento triste galopa matando mariposas, yo te amo y mi alegría muerde tu boca de ciruela”.  En lo que el viento arrollaba esos vistosos insectos que brotan de orugas, Neruda mordía la boca de su mujer, no sé si Delia del Carril o Matilde Urrutia.

Eludí la actualidad para escabullirme hacia la infancia.  Quizás, en los entresijos del cerebro, abrigaba el deseo de evitar el viento que nos azota, pues en vez de matar mariposas mata marineros, coroneles y policías.  Entonces, en un raído ejemplar de “Estravagario” leí:… “periódicos prostibulantes con fotografías de diosas de fascinadores ombligos”… Neruda es eterno; los periódicos, perecederos.

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